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Estado de México: el último clavo en el ataúd de la oposición

En política no existen las intenciones, son los hechos y sus resultados los que determinan escenarios. Más allá de lo absurdo e inverosímil de su discurso, si la intención real de Dante Delgado y Juan Zepeda era poner contra las cuerdas a Delfina Gómez Álvarez y darle algo de oxígeno a Alejandra del Moral, entonces el tiro les salió por la culata. Por el contrario, si el objetivo era beneficiar a la candidata de AMLO, entonces su estrategia fue la correcta.

En los hechos –según los primeros estudios de opinión que han aparecido después de que el coordinador nacional de Movimiento Ciudadano y el ex candidato a la gubernatura en el Estado de México decidieran bajarse de la contienda–, la única beneficiaria ha sido la candidata de Morena, hundiendo, aún más, a la alianza opositora y asestándole un golpe anímico devastador.

En la encuesta presentada el 10 de marzo por Demoscopía Digital y levantada el mismo día en el que Movimiento Ciudadano anunció su retiro de la contienda (6 de marzo), los números a favor de Delfina Gómez se ampliaron hasta llegar a 49.8 por ciento de las preferencias, contra 27.4 de Alejandra del Moral. En el estudio del Grupo Reforma la morenista sube hasta 52 por ciento de las preferencias versus los mismos 27 de la candidata del PRI, PAN y PRD. Es decir, la salida de MC por la puerta de atrás estaría garantizándole el triunfo a Morena casi dos a uno. ¿Ese era al cálculo de Zepeda y Dante?

En las semanas recientes el extraño proceder de los naranjas se han prestado a un sinnúmero de interpretaciones y especulaciones. Se habla de un “arreglo” entre Dante Delgado y Andrés Manuel López Obrador, igual que se ha afirmado en diversos espacios y mesas de opinión que ese arreglo existe, pero que los depositarios de este son los gobernadores de Nuevo León y Jalisco, Samuel García y Enrique Alfaro.

Pero, más allá de los dimes y diretes dentro del redil naranja, la única certeza que nos está dejando el affaire Delgado-Zepeda es que las elecciones de 2023 le servirán de muy poco a la oposición en sus planes de reagruparse, tomar fuerza e ideas de cara a la elección presidencial del próximo año. Por el contrario, hoy más que nunca el camino para el PRI, el PAN y el PRD –juntos o por separado–, es pedregoso, oscuro y adverso, incluso aún y cuando logren alzarse con la victoria en Coahuila.

Ante estas circunstancias no parece descabellado pensar que los principales interesados en “arreglarse” con el presidente sean los propios actores de la oposición, incluidos las y los gobernadores, buscando una suerte de pacto a través del cual tendrían acceso a impunidad e inmunidad a cambio de no mover la maquinaria electoral contra Morena en sus respectivas entidades, tal como sucedió con Claudia Pavlovich y Quirino Ordaz y hace apenas un año en Oaxaca e Hidalgo.

Así las cosas, parece que la victoria de Morena en el Estado de México está garantizada desde ahora, con el gobernador Del Mazo como un testigo más, replegado y sometido a la “recomendación” del presidente de no meterse en la elección y abandonar a su candidata como lo sugieren algunos periodistas.

La derrota del PRI en el otrora “laboratorio electoral del país”, no solo es el fin del último bastión tricolor y de una era política en México, sino también el último clavo en el ataúd de la alianza opositora rumbo al 2 de junio de 2024.

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