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Actualizar la planeación urbana

Un adiós a mi maestra de ética María Teresa López Pérez

 

En tiempos de gentrificación, acumulación por despojo y colapso ambiental, cuando una autoridad anuncia tal pretensión, mal pensado que es uno, supone que viene otra ola de cambios en la reglamentación urbana. Eso que eufemísticamente llaman como “reordenación territorial” y que consiste en facilitar aún más la intervención del cartel inmobiliario.

Como si se pudiera hacer en tres años, dicen que se trata de “construir una ciudad más ordenada, equitativa y centrada en las necesidades de sus habitantes”. O sea, lo mismo han dicho todas las autoridades anteriores de Guadalajara y las de los otros municipios metropolitanos. Solo hay que caminar un poco por sus calles y levantar la vista para ver los resultados.

El planteamiento de por sí es falso porque cuando las ciudades se cosifican, tales objetivos resultan imposibles. El desorden urbano, la injusticia social y la no satisfacción de necesidades de la mayoría de la población es el caldo donde se siguen cocinado grandes fortunas. Por ello, Guadalajara y hoy su área metropolitana, bajo este sistema, nunca será ordenada, justa y sin necesidades.

No digo nada nuevo si afirmo que, en sus 483 años de existencia, la mayoría de la población ha sufrido carencias. En los archivos históricos abunda la información que dice que ni siquiera cuando era una ciudad pequeña estuvieron exentos de ellas.

Sabemos que Guadalajara es en realidad varias ciudades. Para pocos, lo de alto poder económico, es un paraíso hermoso y disfrutable. Muchos de ellos ni siquiera conocen el Centro Histórico. Para ellos Guadalajara es el coto elegante donde se resguardan y las plazas comerciales de lujo donde consumen.

En la otra Guadalajara, en la de la mayoría la metrópoli tapatía, abundan la basura, inseguridad, desapariciones, transporte caótico, contaminación ambiental, carencia de agua y mucho más de agua potable, calles plenas de baches e inundaciones.

Hace apenas unos días di un paseo por algunas calles del Centro Histórico de Guadalajara y me encontré con imágenes que he visto desde los años setenta y otras diferentes. Edificaciones con las mismas fachadas pero que remodeladas internamente para dedicarlas a actividades diferentes a las de viviendas familiares cuando se ha afirmado la necesidad de repoblar el centro urbano. Tales edificios son ahora escuelas privadas, hoteles de cadenas internacionales y restaurantes de chinos o simplemente se mantienen abandonados. En calles tan céntricas, como Juárez-Vallarta, Alcalde-16 de septiembre, Corona-Liceo y Chapultepec, prácticamente en todas sus esquinas se puede ver acumulación de basura, banquetas deterioradas y varios obstáculos de infraestructura urbana que representan un verdadero peligro para los transeúntes, sobre todo para los adultos mayores con problemas de motricidad.

Aun así, no es el Centro Histórico el que requiere intervención y embellecimiento sino en las colonias y fraccionamiento alejados del centro donde todo es peor y urgente.

Si se quiere conocer la ciudad hay que caminarla, calle por calle, viajar en el transporte público, no ir en coche y con guaruras. Hay que sentir, siquiera un poco, la incertidumbre que vive cotidianamente la mayoría de la población.

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jl/I