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Ciudad bloqueada

Las principales carreteras para salir o entrar a la ciudad de Guadalajara, los primeros días de esta semana, fueron bloqueadas por los agricultores de varias entidades. Demandaron, principalmente, que se mejorara el precio de la tonelada de maíz. Tal acción me hizo recordar que, con otros motivos, a principios de la década de los noventa del siglo pasado, emergió en Jalisco el movimiento conocido como El Barzón, encabezado por Maximiano Barbosa Llamas, un agricultor del municipio de Casimiro Castillo. Desde entonces hasta hoy no había sucedido una acción similar.

Entonces eran los últimos días de 1993. Carlos Salinas de Gortari presumía que México se incorporaría al primer mundo vía el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, el primero de enero de 1994 el EZLN desmintió tal hecho con su levantamiento armado. Luego sucedió la devaluación del peso, se incrementaron hasta en un 130 por ciento los intereses de los créditos y millones de mexicanos, de un día a otro, despertaron con deudas impagables. Fueron puestos en cartera vencida, se dijo eufemísticamente para negar que fueron llevados a la ruina.

Estábamos, entonces, en un proceso de sucesión presidencial y Luis Donaldo Colosio, virtual sucesor de Salinas, fue asesinado el Tijuana la tarde del 23 de marzo de 1994. Esta vacante fue tomada por Ernesto Zedillo. Todo se enrareció en México. Metafóricamente se dijo: los diablos andan sueltos.

En un contexto así apareció Maximiano Barbosa quien, junto con muchos otros agricultores del sur de Jalisco, montados en sus caballos o a bordo de sus tractores tomaron la ciudad y, por dos meses, instalaron un establo improvisado en el espacio entre la catedral metropolitana y la Plaza de Armas. Ahí, con la paciencia de las personas del campo, todas las mañanas daban de comer a sus caballos, ordeñaban sus vacas y ofrecían gratuitamente la leche a quienes presurosos pasaban y se detenían unos segundos admirados por el establo.

En esta ocasión, los agricultores de 10 entidades bloquearon durante horas las carreteras en sus dos sentidos. Demandaron, además, retirar los alimentos de las negociaciones del TMEC y desarticular la plaga de intermediarios. Propusieron que el precio de la tonelada de maíz fuera de 7 mil 200 pesos. Al principio, el gobierno federal, por medio de la Sader, ofreció solamente 6 mil 50 pesos por tonelada.

El bloqueo se mantuvo hasta que finalmente lograron acuerdos y las carreteras fueron liberadas. Para entonces en las redes sociales abundaban ya las historias de muchas personas que quedaron varadas sin poder salir o regresar a la ciudad. Los agricultores, al final, se disculparon por las molestias causadas, aunque precisaron que de otra manera no los hubieran escuchado. También advirtieron que, si los acuerdos no se cumplen, regresaran.

Lo hemos dicho respecto de otras situaciones. Este tipo de problema pudieran evitarse si los responsables de atenderlos hicieran debidamente su trabajo y no esperar hasta que la gente se harta y estalla. No se debe olvidar que sin maíz no hay país y que ellos están decididos a regresar si es necesario.

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jl/I