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Ciencia en la billetera

(Foto: Archivo)

Los nombres del físico Stephen Hawking, del bacteriólogo Alexander Fleming y de la cristalógrafa Rosalind Franklin figuran entre los 991 candidatos a convertirse en la cara del próximo billete de 50 libras esterlinas. Con la consigna “Think Science”, el Banco de Inglaterra ha invitado a la ciudadanía a presentar sus propuestas.

Mark Carney, el gobernador de la institución financiera, declaró en un comunicado: “Nuestros billetes son una oportunidad para celebrar la diversidad de los ciudadanos más destacados. Y me encantaría que el nuevo billete de £50 celebre la contribución británica a la ciencia”.

Hasta el 14 de diciembre de 2018, los interesados pudieron sugerir nombres de científicos de nacionalidad británica que hayan sobresalido en cualquier rama, con el único requisito de que estén muertos, pues de acuerdo a la normativa del Reino Unido la única persona con derecho a figurar en billetes y monedas en vida es el titular de la corona.

En total se presentaron 227 mil 299 nombres de personalidades de todos los ámbitos profesionales, de las cuales sólo 991 cumplían los requisitos. Basándose en estos últimos, un comité designará el nombre del elegido antes del verano.

Si bien la decisión de consultar a la ciudadanía la inclusión de héroes de la ciencia en el papel moneda representa toda una novedad para el Banco de Inglaterra, no lo es la práctica de honrar a los científicos con imágenes alusivas a su vida y obra. Por eso el nombre finalmente escogido se añadirá a una ilustre lista integrada por Isaac Newton, George Stephenson, James Whatt, Matthew Boulton, Michael Faraday, Lord Kelvin, Charles Darwin y Florence Nightingale.

A diferencia de otros países, decantados por mentar a sus jefes de Estado, el Reino Unido ha procurado evitar a los políticos. Los científicos, figuras de consenso, se han beneficiado de ello.

Para un investigador, que su efigie e imágenes referidas a su legado aparezcan en la moneda de curso legal es uno de los mayores tributos que puede recibir. Un billete puede funcionar como herramienta educativa al acercar los rostros de la ciencia a los millones de personas por cuyas manos pasa, comentaba Anthony Michaelis, coleccionista alemán, en un artículo de Interdisciplinary Science Reviews.

“En 1988 se emitieron a escala global unos 85 mil millones de billetes nuevos, un volumen que aumentará a razón de 10 a 15 por ciento anual”, vaticinaba el especialista. En esa fecha, “de los 10 mil diseños diferentes en circulación, quizás solo un centenar mostraba un científico y tal vez mil, un motivo tecnológico”. Michaelis identificó unos mil 300 billetes dedicados a científicos por los bancos de los distintos países a lo largo de su historia.

Francos, marcos y liras

Francia no se quedó atrás a la hora de celebrar a sus glorias de la ciencia; lo corroboran las emisiones de francos con Blaise Pascal, René Descartes, Louis Pasteur, Urbaine Le Verrier...

Entre las demás naciones que utilizaron a sus científicos como carta de presentación está Italia, en cuyas liras aparecieron Alessandro Volta, Leonardo da Vinci, Guglielmo Marconi y Galileo Galilei. En Alemania, los marcos cobijaron a los matemáticos Johannes Schonner y Carl Friedrich Gauss, al astrónomo Johannes Keppler y al cosmógrafo Sebastian Munster, entre otros.

Suiza dio espacio en sus francos al naturalista Conrad Gessner, el matemático Leonhard Euler, el anatomista Albrecht Von Hauler, el mirmicólogo Auguste Henri Forel y el biólogo Louis Agassiz.

Otros países han sido más parcos en sus homenajes: Japón se contentó con incorporar a su divisa al bacteriólogo Hideyo Noguchi. Portugal hizo otro tanto con el matemático Pedro Nunes. Bélgica, con el cartógrafo Mercator y el anatomista André Vesalio; Dinamarca, con el físico Niels Bohr; Holanda, con el astrónomo Christiaan Huygens; Nueva Zelanda, con el químico Ernst Rutherford; Polonia, con la física Marie Sklodowska (de casada Curie) y el astrónomo Copérnico, y Austria, con Erwin Schrödinger.

En cuanto a Estados Unidos, aunque no se ha prodigado en esta clase de reconocimientos, su Reserva Federal convirtió al polifacético Benjamin Franklin en uno de los científicos e inventores más conocidos gracias a la difusión mundial del billete de 100 dólares.

Entre las curiosidades de esta rama de la numismática cabe señalar el billete de 5 lirots de Israel con la cabeza de Albert Einstein, pese a que el físico alemán no adquirió la nacionalidad israelí. O el billete de 50 dólares australianos que rinde tributo al inventor David Unaipon y, por su mediación, a las etnias aborígenes de las que procedía. O el doble homenaje recibido por Nikola Tesla, el promotor de la corriente alterna, primero en la agonizante Yugoslavia, a través del billete de la fabulosa cifra de 10 mil millones de dinares y posteriormente en Serbia, en el de 100 dinares.

Legados ilustrados

Aunque los billetes europeos se remontan a 1661, cuando el Banco de Estocolmo puso en circulación las primeras unidades, su ilustración arranca recién con la Revolución francesa. A finales del siglo 19 se los ornamentaba con alegorías del comercio, la industria, la agricultura y, tangencialmente, la tecnología, cuyos temas más habituales eran el ferrocarril, el barco a vapor y el telégrafo. A la ciencia y su gente les llegaría el turno al término de la Primera Guerra Mundial.

Por lo común, los grabadores se han contentado con retratar al científico; otras veces añaden motivos ilustrativos de su legado. Lo apreciamos en el billete serbio que reproduce la patente del motor electromagnético de Tesla junto con la equivalencia del tesla (unidad de inducción magnética) en weber por metro cuadrado. El billete de 2 mil liras consagrado a Galileo exhibe un mapa celeste y dibujos de Saturno y Júpiter vistos por el telescopio.

En similar temática, el billete polaco con Copérnico recrea su modelo heliocéntrico y la libra esterlina con Newton exhibe un prisma, un telescopio reflector y el sistema solar. El billete de 20 libras con el rostro de Faraday representa además una de sus espectaculares demostraciones, y el billete italiano relativo a Volta muestra una pila voltaica.

Un par de ejemplos más: el de 5 francos dedicado a Pasteur expone, de un lado, la fachada del instituto homónimo en París y del otro, instrumental de laboratorio. El de mil chelines en honor a Schrödinger combina una viñeta de la Universidad de Viena con el símbolo ψ de la función de onda distintiva del enfoque de la física cuántica del sabio austríaco.

Un capítulo aparte merecen los grafismos y simbolismos asociados a científicos relacionados con la energía nuclear. El anverso del billete francés dedicado al matrimonio Curie plasma las radiaciones alfa, beta y gamma en su paso por un campo magnético, y el reverso enseña un laboratorio y el obsoleto modelo atómico de Rutherford, similar a un sistema planetario.

Por su parte, el billete polaco con la estampa de Marie Slodowska detalla aspectos de un reactor nuclear de tecnología local acompañado del mencionado modelo atómico. Este mismo esquema ilustra el billete israelí con la faz de Einstein, que en el reverso ostenta una panorámica del reactor de Nahal Sorek. Los dos últimos casos transparentan la intención del banco emisor de aprovechar el prestigio de científicos irreprochables para promover los respectivos programas nucleares nacionales.

Más polémica ha sido la inclusión de colibríes en el billete de 10 libras esterlinas alusivo a Darwin. Se suponía que ilustraban la visita del naturalista a las Galápagos, pero en el archipiélago no existen tales pájaros y sí pinzones y sinsontes, consignados por el teórico de la evolución. Al parecer, la razón de la presencia de los colibríes era sencillamente que le gustaban al grabador.

La introducción del euro ha empobrecido este tipo de promoción de la cultura científica. Para evitar agravios comparativos, el Banco Central Europeo ha optado por decorar su papel moneda con filigranas o unos pocos elementos relativos a la arquitectura y la ingeniería (puertas y puentes) cargados de connotaciones positivas: la apertura, la superación de obstáculos, la comunicación... En pocas palabras: la ciencia ha quedado fuera.

Pocas mujeres

En los tiempos que corren, resulta inevitable que las representaciones de la ciencia y sus actores susciten debates acerca de las discriminaciones de género. A la vista del escaso número de científicas reflejadas en los billetes, la numismática no constituye ninguna excepción.

No es que haya pocas científicas en los billetes y monedas, es que hay pocas mujeres en general. De hecho, las homenajeadas en la libra esterlina se reducen a cuatro: la novelista Jane Austen, la reina Isabel II, la reformadora carcelaria Elizabeth Fry y Florence Nightingale, “que a sus méritos como fundadora de la enfermería moderna suma su labor pionera en la introducción y desarrollo de la estadística hospitalaria”, precisa Eulalia Pérez Sedeño, profesora de investigación del CSIC.

Fuera de las islas británicas encontramos a Marie Sklodowska Curie, honrada con su nombre de soltera en el billete de 20 mil zlotys de su Polonia natal, y en el billete de 500 francos de su patria adoptiva, Francia, en compañía de su marido Pierre (eso sí, ocupando ella la posición prominente). Italia evocó en un billete de mil liras a la científica y psiquiatra Maria Montessori y Alemania hizo lo propio con la naturalista Maria Sibylla Merian en el billete de 500 marcos.

A la brevísima relación se sumó recientemente la escocesa Mary Somerville, la apasionada popularizadora de la astronomía cuyos análisis orbitales allanaron el descubrimiento de Neptuno. Una campaña realizada en 2017 en Facebook animó al Royal Bank of Scotland a hacer uso de su potestad para imprimir moneda y estampar su cara en los billetes de 10 libras esterlinas.

El exitoso antecedente puede haber pesado en la decisión de la revista Nature de proponer que el Bank of England elija una científica para su próximo billete de 50 libras. “Es una oportunidad para celebrar los inmensamente importantes logros de la mujer en la ciencia y a la vez ofrecer un modelo inspirador”, se argumenta en el editorial del 6 de noviembre.

Entre las posibles candidatas baraja a la paleontóloga Mary Anning, a Ada Lovelace, autora del primer programa de ordenador; a Rosalind Franklin, la cristalógrafa que jugó un rol clave en la visualización de la estructura del ADN, y a Dorothy Hodgkin, reveladora de la estructura de la penicilina, la vitamina B12 y la insulina, y la única británica ganadora de un Nobel de ciencia.

“Me parece una iniciativa muy buena que ayudará a visibilizar el trabajo de las mujeres en ciencia y tecnología”, comenta al respecto Pérez Sedeño. No se le escapa que, desde que renunciaron a su moneda propia, los Estados de la Unión Económica y Monetaria Europea disponen de menos margen de maniobra en ese sentido, pero no por eso cree imposible seguir el ejemplo británico: “Antes de emitir el euro, el Banco Central Europeo pidió a cada país que participara de la selección de los monumentos emblemáticos para los billetes. Nuestro actual gobierno, tan sensibilizado con la mujer, podría volver a hacer uso de esa potestad y proponer que en futuras emisiones del euro se incluyan científicas”.

da/i