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Alfaro: los peores ocho meses

Si aquel domingo 1 de julio de 2018 por la noche, ya conocido el resultado electoral, alguien hubiese apostado a que el de Enrique Alfaro sería en apenas ocho meses un gobierno accidentado y colocado prácticamente contra la pared, seguramente lo habrían tomado como un loco y hubiese sido objeto de burla por parte de sus interlocutores.

Sin embargo, ocho meses después la realidad le habría dado la razón.

Mi entrega del pasado 17 de julio la titulé “Alfaro: los santos de espalda”, y refería cómo en menos de una semana los problemas, nuevos y viejos, se le habían complicado al mandatario estatal, tales como su reforma al Poder Judicial por la que los magistrados aprobaron recurrir a la controversia constitucional; los reveses que recibió del propio Poder Judicial en el caso Maleck y el del juez Enrique Velázquez que quedó exonerado de cualquier responsabilidad por la libertad de un sicario; el riesgo de que el convenio que firmó con su homólogo de Guanajuato, Diego Sinhué Rodríguez, sobre la construcción de la Presa El Zapotillo, no fuera avalado por el gobierno federal: y la denuncia que en su contra presentaron los diputados de Morena ante instancias federales por la irregular licitación del programa A Toda Máquina.

Pero parece que no habrá días de descanso para el gobernador Alfaro, tras lo sucedido en los últimos días hasta el día de ayer, sin saber qué puede ocurrir hoy el primer día del mes de agosto. Estos casos me llevan a concluir que continúa con los santos de espalda:

1. El asesinato del fiscal regional en carretera de Poncitlán; 2. El anuncio del incremento a la tarifa del transporte público le generó toda una avalancha de fuertes críticas en redes sociales y medios de comunicación y que provoca una serie de manifestaciones de inconformidad; 3. La golpiza que policías le propinaron a jóvenes que protestaron en la estación del Tren Ligero por el aumento a la tarifa y que lo hicieron tendencia nacional en las dos primeras posiciones con los hashtag #AlfaroRepresor y #AlfaroRenuncia; 4. La alcaldesa de Tlaquepaque, María Elena Limón García, le echa a perder la firma del convenio para crear la OPD Policía Metropolitana, al negarse a firmarlo por desconocer en qué consiste; 5. Los alcaldes Limón García y Jesús Pablo Lemus, de Zapopan, le echan aderezo a este problema de la Policía metropolitana al pelearse públicamente en entrevistas radiofónicas; 6. Las declaraciones del titular de la Semarnat, Víctor Manuel Toledo, durante su visita a Temacapulín, en el sentido de que inundar este poblado sería el “acto más irracional” que él registraría y de que consideraba inviable concluir el proyecto de la presa El Zapotillo; 7. La ejecución de dos personas en un restaurante en el que se encontraban la esposa y los hijos del gobernador de Nayarit, Antonio Echavarría.

¿Alguien se imaginó que todo este escenario –sin considerar lo sucedido meses atrás- lo íbamos a ver en los primeros ocho meses de gobierno de Enrique Alfaro, un político al que medios de comunicación de cobertura nacional y con sede en la capital del país consideraron que sería el único capaz de hacerle contrapeso político al presidente Andrés Manuel López Obrador?

Nadie puede festinar todo esto, pues quienes vivimos en Jalisco deseamos no sólo disfrutar de un clima de paz y seguridad sino ver a nuestras autoridades –estatal y municipales- llevar a cabo acciones de verdadero beneficio social y no preocupados por hacer negocios desde las cúpulas o beneficiar a sus aliados.

Lamentablemente no podemos pronosticar que los astros se alinearán a favor del gobernador, como tampoco nadie logró pronosticar que viviría –y viviríamos- las primeras peores semanas que no vivió ningún gobernante al inicio de su gestión en el último cuarto de siglo.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

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JJ/I