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Bolivianos se manifiestan en Guadalajara en el último día de gobierno de Evo Morales

(Foto: Jorge Alberto Mendoza)

“¿Quién se rinde? Nadie se rinde, ¿Quién se cansa? Nadie se cansa, ¿Evo de nuevo? Huevo, carajo”, con este grito de guerra aproximadamente 20 bolivianos residentes en Guadalajara se manifestaron el domingo al mediodía en la Minerva contra el gobierno de Evo Morales, quien terminó presentando su renuncia horas después.

Los manifestantes se sumaron así a las demostraciones de rechazo a las últimas elecciones presidenciales, en las que misiones de observación internacionales encontraron irregularidades en la votación que habría significado la cuarta reelección de Morales.

Los manifestantes en Guadalajara leyeron comunicados en los que condenaron el “fraude escandaloso” de las elecciones del 20 de octubre pasado, denunciaron la emboscada en la comunidad de Vila Vila, en el departamento de Oruro, y cuestionaron las declaraciones de Marcelo Ebrard, secretario de relaciones exteriores de México, quien ofreció asilo político a integrantes del actual gobierno de Bolivia.

Algunos ciclistas de la Vía RecreActiva reducían la velocidad al pasar frente a la manifestación, a veces alzando un pulgar en señal fugaz de apoyo. Otros desenfundaban sus teléfonos y hacían videos o se toman una selfie con las banderas bolivianas de fondo. Un par de personas se detuvieron y expresaron vehementemente su solidaridad.

Las noticias fluían en tiempo real e influenciaban el estado de ánimo de la manifestación. Uno de los manifestantes pidió silencio y leyó en su teléfono celular un comunicado en el que se confirmó la renuncia de un considerable número de integrantes del gobierno de Evo Morales. El ambiente se volvió festivo. Los manifestantes saltaban y se abrazaban.

“Esto demuestra que el gobierno de Morales se está cayendo a pedazos”, comentó alguien.

La madre de uno de los presentes llamó por teléfono desde Bolivia para informar que los militares bolivianos han entrado en acción. Por un momento hubo desconcierto, hasta que la situación se aclaró: los militares apoyaban las protestas populares. Los manifestantes saltaban, gritaban. Las banderas bolivianas ondeaban.

Era ya la una y el flujo de ciclistas se había reducido considerablemente. Alejándose de la Minerva la glorieta parecía casi desierta, pero un canto resonaba, como rebotando contra la bóveda del cielo: “Va a caer, va a caer, Evo Morales va a caer”.

Los manifestantes no se equivocaban: Morales anunció su renuncia dos horas después y Bolivia entra en lo que puede ser una nueva fase de su historia.