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Recuperar la confianza

Durante la semana pasada, diferentes aspectos relacionados con el desordenado seguimiento del Covid-19 tuvieron lugar en nuestro país y respecto de ese confuso escenario, el resultado fue una cantidad intensa y variada de comunicaciones de diferentes instancias relacionadas con el abordaje de la pandemia. Quizá una de las más destacadas, por el peso e influencia que tiene, la del presidente a través de sus redes, fue la que, desde un hogar o restaurante de Oaxaca, señalaba que no había para nada una emergencia sanitaria de las proporciones que se indicaba en los medios de comunicación. De hecho, muy al contrario de la tendencia informativa, afirmaba con toda tranquilidad que había que salir, consumir y no restringir los saludos mediando un beso o un abrazo.

En el contexto de esas declaraciones, habría que tener en cuenta la decisión de algunos estados, como el caso de Jalisco y varios otros, de iniciar una fase de aislamiento que el gobierno federal desdeñó. En ese marco de declaratoria de suspensión de actividades masivas, se incluyó, ciertamente sin timidez, aunque de manera posterior, la Ciudad de México.

Días después, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, en rueda de prensa, acompañado por un equipo técnico, anunciaba el inicio de la Fase 2. A partir de ese momento se generó una avalancha de mensajes, de diferentes fuentes de información oficiales, aunque sin claridad ni orden los mensajes oficiales.

La certidumbre buscada dio paso al descontrol en la medida en que no pueden notarse los ejes rectores de la estrategia de comunicación y esa circunstancia confunde a los ciudadanos. Las vías de información sobre el tema se encuentran desbordadas por falta de elementos estratégicos que refuercen, de forma estructurada, el mensaje de la estrategia nacional, en caso de que exista, de abordaje y mitigación de la pandemia.

La politización a través de la comunicación se ha hecho evidente y se ha desatado una superposición de discursos, con alta densidad política, circunstancia que contamina el ambiente informativo. El exceso de comunicación, definitivamente, no comunica.

El tratamiento integral de la emergencia se desconoce. Los escenarios que tienen que ver con la base económica y la base laboral han sido temas desarticulados de los que no se puede extraer una línea ejecutiva que permita, a empresarios, trabajadores y ciudadanía, generarse una idea del abordaje del tema. Diferentes estrategias, que tienen como efecto la contención de forma urgente, ofrecen algunas pistas importantes, sin embargo, una estrategia de conjunto y de concertación se ve lejana y muy compleja, en la medida en que las acciones estratégicas de gobierno no han aparecido.

En la semana pasada, de igual forma, el presidente intervino por primera vez ante el colectivo del Grupo G-20, al que pertenece México, de economías importantes en el planeta y ante las cuales nuestro país señaló, no se supo si como política de Estado o estrategia económica, que la familia es el núcleo de resistencia frente a la pandemia.

El sábado por la noche, el subsecretario Hugo López-Gatell daba una nueva conferencia de prensa, acompañado de un comité técnico para reforzar la indicación del aislamiento. Mencionaba que se trataba para México de la “última” oportunidad que teníamos, a solamente días de las declaraciones presidenciales del domingo anterior, para una contención de la pandemia. El presidente, por su parte, anunciaba que continúa sus giras.

Se necesita, pues, con mucha urgencia, la organización y estructura de una verdadera política de Estado para afrontar, integralmente, la emergencia sanitaria. Tiempo que se requiere para la recuperación de la confianza, y la confianza se recupera con la efectividad de los actos de gobierno.

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