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Sheinbaum, el principal capital de Morena

Las comparaciones son odiosas y más cuando se hacen en el terreno de la política. Sin embargo, existen algunos elementos que me parecen claves para afirmar que Claudia Sheinbaum es uno de los activos más importantes de Morena a nivel nacional. 

Los resultados adversos que el partido del presidente de la República obtuvo en las elecciones locales del pasado domingo en Hidalgo y, principalmente, en Coahuila, evidencian muchas aristas, pero principalmente la del rol de sus dirigentes, ex dirigentes y aspirantes. Desde Yeidckol Polevsnky y Ramírez Cuéllar hasta Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado, la nomenclatura morenista ha invertido todo su tiempo y esfuerzo en pelear la plaza y en arrebatarle el botín al bando contrario. La lucha interna por el control de Morena ha rebasado los cauces institucionales y ha permeado la percepción de los ciudadanos de a pie. 

Y es que Morena representa, en muchos sentidos, caos, indefinición, lucha del poder por el poder y una desdibujada idea de lo que podría significar la 4T para el país. En ese contexto, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México se erige como una figura determinante de cara a las elecciones intermedias del próximo año. Sheinbaum está más viva que nunca, hablando en términos políticos y electorales. Su gestión desde y para la capital, quizá el cargo público más demandante del país después de la Presidencia de la República, le ha valido estar entre los cinco mandatarios con más respaldo y aprobación del país. 

Su forma de hacer política, mesurada –no displicente– y determinada –no impulsiva– a la vez comienza a llamar la atención más allá del valle de México. De acuerdo con la firma internacional YouGov, Sheinbaum es uno de los personajes más admirados de México, junto con Salma Hayek, Andrés Manuel López Obrador, Carlos Slim y Carmen Aristegui. 

Los programas sociales, las obras de infraestructura, los proyectos de movilidad y una visión liberal abiertamente a favor del aborto y de los derechos de las minorías han funcionado como engranes de una maquinaria que ya está dando resultados en el corto plazo y que ofrece una alternativa real de gobierno. Frente a las gestiones de Miguel Barbosa, Jaime Bonilla o Cuitláhuac García, el gobierno de Sheimbaum se cuece aparte. 

Después de la desastrosa administración de Miguel Ángel Mancera, Sheinbaum llegó al gobierno y decidió utilizar su legitimidad, desde el primer momento, para limpiar la casa, exorcizar demonios, agarrar las riendas de la administración y operar de forma eficaz con la intención de corregir el rumbo y hacer frente a la corrupción de su antecesor sin generar una parálisis en el aparato burocrático de la capital. Hasta ahora lo ha hecho bien. 

Claudia Sheinbaum mantiene una agenda rigurosa, trabaja domingos y días festivos, pero parece que lo más importante de su administración es el sello social que le ha impuesto desde el primer día y que tiene como principal objetivo poner en el centro de las decisiones públicas a las personas. 

En este escenario, es claro que Sheinbaum será un apellido que estará presente en los procesos electorales del 21 y del 24, dentro y fuera de la boleta. Hoy, la jefa de Gobierno es una realidad que comienza a ganar adeptos dentro de un mar morenista que hasta el momento no se ha distinguido por su claridad y orden. Quizá lo que necesita el partido en el poder, en este momento, es la determinación y disciplina de una mujer que concibe la política con sobriedad y que sabe que los resultados, y sólo estos, son los que hablan por los cargos y los encargos en la cosa pública. 

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jl/I