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El alud de las plataformas digitales

El desarrollo de las campañas del presente proceso electoral cuenta con elementos que, aunque estaban presentes en las anteriores elecciones, ahora tienen un peso y diferencia específicos que vale la pena detenerse un poco para revisar.

El factor de las plataformas digitales y la intervención en ellas de diferentes corrientes de expresión de opiniones constituye, ciertamente, un escenario que aunque hayan tenido una razonable presencia en los anteriores procesos, en esta fase de campaña, se ha generado una participación intensa.

Según el sitio Statista, “en enero de 2024, casi 30 por ciento de los usuarios de redes sociales en México eran mujeres y hombres de entre 25 y 34 años de edad. La población mayor de 65 años representó menos de 5 por ciento de los usuarios de redes sociales en el país durante ese periodo”. Se concentra, pues, en ese rango de usuarios un área muy importante de electores. Dentro de la curva de edad que corresponde de los 15 a 59 años, es decir, dentro de la población de mayor actividad en el uso de redes y, eventualmente, un segmento importante en el momento de emitir sus votos, la población que va de los 15 a 59 años, Inegi nos dice que es de 62.3 millones de los cuales, 32 millones son mujeres y 30.3 millones, hombres.

En lo que se refiere a las plataformas digitales de mayor uso en nuestro país, Facebook Messenger tiene 79.9 por ciento, TikTok, 76.5 por ciento; X (Twitter), 53.6 por ciento, y Telegram, 49.6 por ciento.

Dentro de la dimensión de los llamados medios tradicionales (prensa, radio y televisión) se genera un esquema de validación de la información que se produce en esos medios, es decir, existe una estructura institucional que se hace cargo de la calidad de la información que se genera.

De igual forma, se desarrolla un sistema de oferta de espacios de opinión en los que los foros y debates constituyen un segmento en el que las audiencias pueden seguir a los analistas de su preferencia que, normalmente, vienen convalidados por estructuras de certificación sobre el conocimiento profundo y profesional que los expositores tienen sobre áreas de conocimiento determinadas.

Este proceso no exime que haya tendencias en la emisión de los programas pero, tanto noticieros como espacios de opinión, cuentan con un importante respaldo de convalidación respecto de la información que se da, además de la responsabilidad que asume el medio que la transmite.

En el caso de las plataformas digitales no existe una forma de verificación por parte de quienes emiten opiniones o informaciones, de forma que las audiencias se encuentran desprovistas de los filtros con los que se cuenta en los medios tradicionales. En este sentido, la exposición es exclusivamente con la forma personal de pensar de alguien que provee información sin definir un esquema que la certifique. En el actual proceso electoral, la exagerada exposición con puntos de vista personales de autores anónimos, genera más descontrol que información.

El gran ejercicio de las audiencias de plataformas tecnológicas constituirá un reto para poder determinar la veracidad y certidumbre de la información que obtengan a través de estas vías, considerando que, la mayor exposición será ante tendencias de expresión anónimas y con objetivos claramente planteados, para influir en la manera de ver el mundo.

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