El primer año de actividades de la presidenta, que lo festejó como si fuera el séptimo del movimiento en el que se inscribe, constituyó un año de muchos conflictos diversos que no se quieren reconocer, pero que constituyeron un factor constante de atención durante este primer año de gobierno.
La dimensión de la política interna prevaleció de forma contundente. No se trató de una gestión contra las fuerzas políticas de oposición, que siguen prácticamente en el anonimato. Cierto, hablar de algunas personalidades de la oposición les da visibilidad a esas personas, sin embargo, la fuerza de apoyo institucional de los partidos ha tenido un papel mínimo en el escenario nacional.
A pesar de la enorme concentración de poder del oficialismo, diferentes y complejos casos de corrupción e impunidad tocan de manera directa al oficialismo que, frente a una ausencia de partidos fuertes señalando las inconsistencias, el peso y tamaño de los eventos controvertidos han salido a la luz pública. Al margen de estos eventos, un auténtico contrapeso que encontraron la anterior y la presente administración pública es el escenario internacional.
El año próximo, independientemente del hecho de que los tres socios comerciales del TMEC estarán bajo la mirada internacional, debido a la realización de la Copa del Mundo FIFA que se verificará en los tres países. La relación de México con los Estados Unidos, desde la llegada del presidente Trump, ha estado marcada por una serie constante de revisiones de la relación, fundamentalmente por tres temas: el tráfico de sustancias hacia EUA, el constante flujo migratorio ilegal y las relaciones comerciales. La posible imposición de políticas arancelarias, como las sugeridas por el presidente Donald Trump (arancel global del 10 por ciento), plantea una amenaza directa al modelo exportador mexicano y a las cadenas de suministro. Por otra parte está la presión que ha ejercido el gobierno norteamericano para que México limite las relaciones comerciales con China, especialmente en lo referente a la manufactura y tecnología, es decir, interviniendo en la orientación de la política económica mexicana en el escenario internacional.
Dos temas que se han incorporado a la dimensión comercial lo constituyen el tráfico de fentanilo y la migración ilegal. Ambos temas son factores que se añaden a la forma de la negociación comercial con México. Por una parte, la declaración de grupos terroristas a los cárteles mexicanos y la contención de los flujos migratorios que pasan por México. Por su parte, México ha exigido una revisión seria respecto del tráfico de armas que llegan de Estados Unidos a México.
Hasta el momento las estrategias internacionales de México han sido sumamente discretas. La presencia mexicana en el escenario internacional, que en otros momentos tenía mayor peso e influencia, se ha diluido ante una dimensión errática de la política internacional.
Los conflictos con Perú y Ecuador, de igual forma, constituyen, de momento, expedientes abiertos sin un seguimiento importante.
Los retos en el escenario internacional tienen componentes de alta importancia en la proyección de la economía, la seguridad y la presencia continental, de forma que será mejor reestructurar el rumbo y no solamente ver hacia el interior.
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