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La hora de la oposición

Durante el presente sexenio, que está por concluir, se ha presentado con mucha frecuencia la pregunta: ¿cuál es el papel de la oposición en este periodo administrativo? La interrogante se ha respondido con muchas variables que tratan de explicar o qué es la oposición o qué han hecho los partidos políticos que se encuentran en la oposición y, aunque se trata de los mismos actores, la dimensión sobre la que debe abordarse este tema no se ha logrado esclarecer.

En esta semana se llevará a cabo una votación de altísimo valor para la proyección institucional y ordenamiento del Estado de derecho en nuestro país. La mayoría parlamentaria, que no es la totalidad, tiene una propuesta de modificación en el esquema de organización del Poder Judicial. El proyecto de reforma deja perfectamente clara la propuesta de esa mayoría, por lo que, de acuerdo con la legislación vigente, se debe acordar con las otras partes que tienen la representación ciudadana de los electores que votaron por ellos para dirimir los temas de la política nacional.

En el caso de la Cámara de Diputados, el consorcio dominante no requirió absolutamente nada de las otras facciones de representación ciudadana. El problema se genera en la Cámara de Senadores, donde a partir de la distribución de mayorías, producto de las decisiones tomadas por el órgano electoral y el tribunal calificador correspondiente, hace falta un voto para tener la mayoría calificada.

Ese voto que hace falta constituye, desde el punto de vista numérico, un voto que puede colocar la voz de ciudadanos representados que no están de acuerdo con ese esquema particular y que constituiría una condición para una reformulación, ciudadana y técnica, de fondo que permita proyectar una reforma consistente de uno los poderes más cuestionados en este momento.

Un dato importante es que el diseño de las estructuras institucionales mantiene por el momento la intervención de todos los segmentos representados de ciudadanos que, a través de partidos políticos y políticos votados, puedan desarrollar los debates con la legitimidad que se requiere. Es precisamente en ese momento cuando surge la pregunta ¿cómo se define la oposición? Se trata de una controversia entre cúpulas de partido sin considerar la representación que constituyen o, bien, hay algún elemento de participación ciudadana que logre integrar su voz y perspectiva en este proceso.

Durante mucho tiempo había un partido hegemónico y la oposición segmentada carecía de recursos para participar. La transformación del marco político y demográfico del país, la economía y la participación ciudadana transformó el papel de la oposición y el signo de los partidos que la representaban, en función de un marco normativo institucional claro, fue condición para una operación diferente de la oposición en la dirección de políticas de nuestro país.

Como ya señalábamos, la operación de la oposición de este sexenio no ha logrado establecer una estructura que le dé claridad a la perspectiva de lo que representa la oposición. Ciertamente, la yuxtaposición de partidos coaligados electoralmente no da una forma de entender el propio partido y menos la alianza en pro de una mejor dirección de las decisiones públicas de gobierno de nuestro país y, eso, no es responsabilidad de la mayoría en el gobierno.

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