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La (in) utilidad de la glosa

Este martes comienza en el Congreso del Estado la glosa del primer Informe de Gobierno de Pablo Lemus Navarro. Los diputados, que recientemente lograron dividirse entre oposición y oficialismo, decidieron que debe realizarse en sesión plenaria, lo que en teoría lo hará un mejor ejercicio. 

En términos generales estamos acostumbrados a que la glosa, que tendría que ser un proceso de rendición detallada de cuentas, se convierta en una presunción. Es decir, presumimos que se trata de una acción de democracia, consecuencia de la división de poderes, donde aparentemente los diputados y diputadas son los representantes del pueblo y los funcionarios del gobierno del estado simulan que dicen la verdad. La experiencia lo dicta así. 

La realidad es casi siempre otra. Los diputados oficialistas juegan el papel de defensores de los funcionarios que comparecen y los de oposición hacen cuestionamientos sobre temas que les interesan en particular y que muy pocas veces tienen interés para los ciudadanos. Por su parte, los secretarios y funcionarios responden lo que quieren y eluden los temas polémicos e incómodos. 

En el gobierno del priista Jorge Aristóteles Sandoval se intentó hacer un ejercicio de rendición de cuentas paralelo, en lo que llamaron glosa ciudadana. Se trataba de una reunión con académicos e intelectuales especialistas en determinados temas. Los organizadores cuidaron muy bien que los invitados conocieran lo menos posible del contexto estatal, de manera que sus preguntas fueran lo suficientemente genéricas para que no incomodaran. En general, fue interesante pero igual de inútil que la glosa en el Congreso. 

En cuanto a las comparecencias en el Congreso, en anteriores administraciones se organizaban, según el tema, en sesiones de varias comisiones que están relacionadas con el mismo. Eso ha permitido a un número importante de diputados ni siquiera presentarse, porque con algunos que vayan ya se simula interés, aunque ninguna de las comisiones tenga quórum. 

La informalidad ha sido bien aprovechada por secretarios y funcionarios, que evaden las preguntas incómodas o simplemente ofrecen enviar posteriormente los detalles de la información, lo que muy pocas veces ocurre y, si es así, ya no es en espacios públicos y difícilmente los ciudadanos nos damos cuenta. Además, casi siempre se acuerda armar paquetes de preguntas, y repreguntas limitadas, que ayudan a los comparecientes a elegir qué responden y qué no. 

En esta ocasión el formato que aprobaron los diputados para la glosa es distinto, pues los secretarios deberán comparecer ante el pleno, además de una dinámica en la que se supone que los funcionarios deberán responder de inmediato y de manera directa la pregunta que se les formule. El pleno, se cree, será un espacio de mayor publicidad. 

El proceso empieza con dos de las áreas que mayor interés despiertan: las secretarías General de Gobierno, que encabeza Salvador Zamora Zamora, y la de Seguridad, a cargo de Juan Pablo Hernández González. En el caso del primero, el Congreso ha tenido una relación de fricciones que incluso llevó a que el gobernador tuviera que reunirse personalmente con la Junta de Coordinación Política, mientras que la agenda de seguridad siempre es interesante. ¿Tendremos una glosa útil? 

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jl/I

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