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Denuncian a Berrymex por muerte de empleado

(HACE UN AÑO. Álvaro comenzó a trabajar en Berrymex en marzo de 2019. Foto: Especial)

La empresa Berrymex enfrenta un proceso legal por presuntamente ocultar y manipular información sobre la muerte de Álvaro Gurubel García, uno de sus trabajadores agrícolas. 

La fecha de los hechos, ocurridos en Ciudad Guzmán, fue el 7 de enero. De acuerdo con Marina Gurubel, hermana de Álvaro, la trasnacional ocultó su fallecimiento, causado por complicaciones de un piquete de abeja, y pidió a un médico particular declarar muerte natural.

De entrada, la familia Gurubel García denuncia que no se siguieron los protocolos. Cuando a Álvaro le pica la abeja, la empresa no tenía en el rancho Los Agustines el medicamento necesario para combatir el veneno. Además, no lo trasladaron directo al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde estaba inscrito. Fue llevado primero, en una camioneta de la empresa, a la Cruz Roja, donde llegó sin signos vitales.

Su “paramédico” fue un compañero jornalero que le dio respiración de boca a boca. Esto pudo alargar un poco más la vida de Álvaro, pero no fue suficiente. Tras 35 minutos de recorrido por brechas, murió. La empresa no le facilitó ni medicamento ni servicio prehospitalario porque en el rancho no los había. 

Álvaro no sabía que era alérgico al veneno de las abejas. Ya había tenido un piquete en noviembre de 2019, pero en ese entonces no pasó nada. “Dicen que están africanizadas (las abejas)”, añadió Marina. 

“Con esa picada que le dio, en cuestión de cinco minutos (se complicó). Se tomó una foto. Le gritó a su compañero que no podía respirar. Trató de tranquilizarlo y corrió al botiquín y sólo encontraron avapena. Su compañero le dio la medicina, le dio agua, pero no. El veneno había sido demasiado o muy fuerte; en cuestión de minutos, mi hermano empezó a vomitar, a convulsionarse. Le reviraban los ojos, en su cabeza se le hizo una bola. Su pecho se puso todo morado. Fue una reacción alérgica tremenda. Se empezó a hinchar. Se inflamaron sus vías respiratorias y ahí fue donde ya no podía respirar. Su compañero de trabajo le dio respiración boca a boca y los primeros auxilios en los primeros 30 minutos. Desafortunadamente, en el último momento ya no respiraba”, narró Marina. 

Ella se enteró de los detalles del caso por una llamada que tuvo de parte del área de recursos humanos de Berrymex y por testimonios de los compañeros de trabajo de Álvaro.

Sin embargo, en los documentos oficiales Berrymex simplificó el hecho a una muerte natural por “infarto agudo en el miocardio”, según dictaminó el médico Antonio de la Rosa, quien no está adscrito a la Cruz Roja, donde trataron de reanimar el cuerpo sin vida de Álvaro. La familia deduce que fue contratado por Berrymex para falsificar el acta de defunción, pues a Álvaro no se le realizó autopsia.

Esta presunta falsificación de documentos impidió que el IMSS pudiera entregar la pensión correspondiente a la hija de tan solo un año que dejó Álvaro en Tabasco. La institución se escudó en que Álvaro no fue atendido con ellos, en que el acta de defunción menciona que fue muerte natural y en que no hay evidencia en documentos oficiales del piquete de abeja, por lo que no hay manera de comprobar que sufrió daño en el trabajo.

ENTREGARON CUERPO A “CUÑADO”

Marina detalló a NTR que, tras el fallecimiento de su hermano, Berrymex llamó a la familia vía telefónica para notificar el deceso, pero no dio detalles de cómo podrían acudir a Ciudad Guzmán a identificar el cuerpo y trasladarlo de regreso a Balancán, Tabasco, de donde provenía. 

Lo que hizo la trasnacional fue llamar a Guillermo, un paisano de Álvaro que trabaja a 40 minutos de Ciudad Guzmán, también para Berrymex, y a quien identificaron como “cuñado”, pues es hermano de la madre de una hija de Álvaro, aunque nunca vivieron juntos.

Berrymex decidió que era buena idea entregarle el cuerpo junto con un cheque por 83 mil pesos correspondientes a la renuncia voluntaria de Álvaro. Con este documento, Berrymex pretendió deshacerse de toda responsabilidad hacia el fallecido.

“Al recibir la suma que ampara este recibo, expresamente declaro que la Empresa no me queda adeudando cantidad alguna por conceptos de salarios ordinarios, extraordinarios, horas extras, días de descanso (…) ni ninguna otra prestación de mi contrato de trabajo o de la ley, motivo por el cual le otorgo el más amplio finiquito de obligaciones que en derecho proceda”, puede leerse en el documento.

La familia apenas se disponía a organizar el viaje a Ciudad Guzmán cuando se enteraron que el cuerpo ya estaba en una funeraria de Balancán. A partir de ahí ya no hubo contacto con la empresa. Se negó a cualquier apoyo.

Por todas estas irregularidades, la familia acudió a Ciudad Guzmán el 29 de enero e interpuso una denuncia contra Moramex S de RL de CV, razón social de Berrymex, y contra el médico que firmó el acta de defunción. A la fecha, piden que los hechos se investiguen a fondo, se finquen responsabilidades y se dote de manutención a la hija de Álvaro. 

“Tal vez la empresa pensó que como era de Tabasco, como piensan de Chiapas y de Oaxaca, venía de una familia de gente ignorante. Él se fue porque él quería aprender cosas nuevas. Gracias a Dios, tenemos las posibilidades para poder pelear”, añadió su hermana. 

SÓLO BUSCABA OPORTUNIDADES

Álvaro Gurubel García tenía 28 años de edad cuando salió de Tabasco a buscar una mejor vida. Su destino fue el que siguen cientos de jóvenes del sureste del país: Jalisco y su “gigante agroalimentario”.

En marzo de 2019, después de una compaña de reclutamiento hecha a través del Servicio Nacional del Empleo, llegó a Guadalajara y de ahí a Ciudad Guzmán. Comenzó a trabajar el 6 de marzo de 2019 con Berrymex. La promesa era un buen salario, al menos mejor al que recibía en Tabasco, seguro social y demás prestaciones. 

Él, como tantos más, vio una oportunidad de oro para darle un mejor futuro a su niña de solo un año de edad. No se casó con su madre, pero nunca dejó de hacerse cargo de la bebé.

Guillermo, de entre 18 y 19 años de edad, fue su compañero de viaje; sin embargo, en Ciudad Guzmán se separaron; Álvaro se quedó en la tierra arreolina y Guillermo se fue a un municipio cercano, “a 40 minutos de ahí (Ciudad Guzmán)”. A pesar de esto, trabajaron para la misma empresa.

Guillermo es hermano de la madre de la hija de Álvaro. Aunque no formaron una familia, ellos eran compañeros y mantenían relación cercana, tal vez para extrañar lo menos posible su casa.

Tal y como lo esperaba, a Álvaro le iba bien económicamente en Ciudad Guzmán; pudo hacerse cargo de su hija y le alcanzaba para rentar un espacio dónde vivir. Nunca tocó las casas que Berrymex tiene para los jornaleros. Escuchó rumores de que las condiciones no eran nada humanas. Él no quiso vivir entre el hacinamiento y en un espacio donde no estuviera tranquilo.

Él no llegó a cosechar o sembrar. Trabajó en el área de mantenimiento. Reparaba las cercas de los ranchos. Cargaba troncos y piedras. La empresa les dio guantes y material de protección de mala calidad. A cada rato se rompían y los jefes se molestaban si reclamaban y pedían más. Por esta razón, tuvo problemas constantemente con sus supervisores. Las condiciones laborales, no eran las adecuadas.

Él tenía pensado irse a Canadá. Ya tenía el pasaporte y trabajo seguro en aquel país. Solo estaba a la espera de cumplir un año de trabajo en Berrymex para renunciar, le dieran su finiquito y volar en búsqueda de nuevas oportunidades.

“¿Qué pasó? Se murió. No pudo cumplir sus metas ni darle mejores oportunidades a su hija”, lamentó Marina.

FRASE:

“Tal vez la empresa pensó que como era de Tabasco, como piensan de Chiapas y de Oaxaca, venía de una familia de gente ignorante. Él se fue porque él quería aprender cosas nuevas. Gracias a Dios, tenemos las posibilidades para poder pelear”: Marina Gurubel, Hermana de Álvaro

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