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Cómo entrenar a tu dragón, la joya animada de DreamWorks dirigida por Dean DeBlois y Chris Sanders, marcó una ruptura con el estilo habitual del estudio. Alejada del tono cómico de Shrek o Madagascar, presentó una historia con alma, épica y una profunda inteligencia emocional, además de un diseño visual memorable y una banda sonora inolvidable. La película de 2010 rivalizó en calidad con los mejores proyectos de Pixar, gracias a su sólida narrativa y a personajes entrañables como Hipo y Chimuelo.
Quince años después, con el auge de los remakes en acción real, Universal decidió apostar por una nueva versión, esta vez dirigida por el propio DeBlois. Aunque escéptico ante este tipo de producciones, el cineasta prefirió tomar las riendas para preservar la esencia de su creación. El resultado es una película que respeta y honra la original. Mantiene su sentido de la aventura, su carga emocional y sus imágenes poderosas, sin traicionar lo que hizo especial al filme animado.
La cinta sigue a Hipo, un niño diferente, más soñador que guerrero, que decide entender a los dragones en lugar de cazarlos. La relación con su padre, un rudo líder vikingo, añade una emotiva dimensión padre-hijo que la versión en acción real potencia desde una mirada más madura, aunque sin perder su enfoque familiar. Si bien la violencia se percibe con mayor crudeza, el mensaje de unión y empatía sigue intacto y logra llegar con fuerza al espectador.
A diferencia de otros remakes que intentan reinventarse para justificar su existencia, este opta por la fidelidad. Y eso se vuelve su virtud. Al tener al mismo director que concibió la trilogía animada, el filme logra algo poco común: emocionar con el mismo relato sin perder frescura. Aunque no reinventa nada, su pasión, respeto y belleza visual la convierten en una experiencia entrañable.
El apartado visual es uno de sus mayores logros. Framestore logra efectos especiales de primer nivel, que meten al espectador en un mundo creíble y vibrante. Rodada principalmente en Irlanda, la película se apoya en un vestuario vistoso, maquillajes detallados y escenografías fieles al espíritu cómic del original. Chimuelo mantiene su expresividad felina y su diseño encantador, y las secuencias de vuelo son tan espectaculares como emotivas.
El elenco destaca con actuaciones creíbles. Mason Thames encarna con sensibilidad a Hipo, mientras que Gerard Butler aporta autoridad y carisma como Estoico. Nico Parker, como Astrid, suma fuerza y energía, y el resto del reparto juvenil complementa con dinamismo. La química entre los actores, sumada al guion bien equilibrado, da lugar a una película coherente y bien estructurada.
El guion se caracteriza porque DeBlois, con su experiencia en la saga, maneja los tiempos narrativos con destreza. Sabe cuándo emocionar, cuándo hacer reír y cuándo hacer volar. Su dirección artística brilla, y se apoya en la fotografía del oscarizado Bill Pope, quien capta con maestría la belleza de los paisajes y los ambientes vikingos. La banda sonora, como siempre, es un personaje más, indispensable para elevar el relato.
Aunque la versión original sigue siendo superior, este remake es un logro digno. No aporta mucho a la narrativa, pero sí mantiene vivo el espíritu de la historia. Funciona como homenaje, como carta de amor a los fans y como puerta de entrada para nuevas generaciones.
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