Este jueves se estrenó en la pantalla grande la tercera entrega de la saga de ‘Los ilusionistas’, que marca el regreso de J. Daniel Atlas (Jesse Eisenberg) con su ya familiar narración en off durante la escena inicial.
La cinta retoma la historia casi diez años después y muestra a los Cuatro Jinetes en un nuevo espectáculo que funciona como reencuentro y como punto de partida para una aventura más ambiciosa. La dinámica de Atlas, Merritt McKinney (Woody Harrelson), Jack Wilder (Dave Franco) y Henley Reeves (Isla Fisher) recupera parte del encanto que definió a la primera película. Henley vuelve tras quedar fuera de la segunda entrega, lo que crea un nuevo equilibrio dentro del equipo y añade tensión a la relación con Atlas. Ruben Fleischer dirige esta secuela y aporta una narrativa visual más sólida que la anterior, con un ritmo más limpio y un uso más controlado de los efectos digitales.
La trama integra a una nueva generación de magos: Charlie, Bosco y June. Sus habilidades abren posibilidades narrativas frescas. Fleischer aprovecha sus perfiles para contrastarlos con la experiencia de los Jinetes originales. La mezcla de generaciones crea un juego de rivalidades, aprendizajes y complicidades que sostiene varios momentos clave. El grupo recibe una misión que los obliga a operar a nivel internacional: desmontar una red de lavado de dinero encabezada por Veronika Vanderburg, una magnate sudafricana que maneja inversiones turbias bajo una fachada humanitaria. La actriz Rosamund Pike interpreta a la villana con elegancia y cierta exageración vocal que refuerza su presencia intimidante.
Las secuencias más logradas se desarrollan en un castillo francés y Amberes, donde los Jinetes ejecutan un robo que combina precisión, espectáculo y humor. En el castillo, la película muestra un largo plano secuencia que evidencia el mejor trabajo de dirección de Fleischer. La tensión crece de forma progresiva gracias a la mezcla de trucos físicos, efectos prácticos y un diseño de producción que apuesta por espacios estrechos, corredores sinuosos y atmósferas que mezclan intriga con misterio. Estas escenas representan los momentos de mayor creatividad.
El tercer acto introduce giros inesperados, aunque varios resultan poco verosímiles. La trama recurre a revelaciones que intentan sorprender, pero su impacto disminuye por la acumulación de explicaciones. El regreso de Morgan Freeman aporta orden, aunque su intervención detiene el ritmo y subraya lo que ya estaba claro. A pesar de esto, la película mantiene un ritmo que permite disfrutar la extravagancia del relato. Sin embargo, es justo decir que el guion abusa de la hipnosis como recurso para solucionar obstáculos, lo que debilita la sensación de riesgo. Algunos trucos pierden fuerza por un uso evidente de efectos digitales que limita el asombro, eso es imperdonable.
Lo mejor es la química sólida que mantiene el elenco original y el resto del casting. Eisenberg recupera el carácter obsesivo de Atlas. Harrelson domina el tono cómico, incluso cuando la historia lo obliga a interpretar variantes del mismo personaje. Dave Franco aporta equilibrio con su mezcla de agilidad y carisma. Fisher devuelve al equipo un contrapeso emocional. Justice Smith, Dominic Sessa y Ariana Greenblatt se integran con eficacia y ofrecen momentos memorables. Pike brilla como antagonista y combina elegancia con frialdad calculada.
‘Los ilusionistas 3’ es una cinta dominguera agradable, no alcanza el ingenio de la primera entrega, pero supera la ejecución irregular de la segunda. Es una buena opción para quienes busquen humor y una apuesta visual atractiva. Lástima de los giros finales.
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