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Datos contradicen que haya 'lluvias atípicas'

PARA ARRIBA. En 1994 se reconocían 47 puntos de inundación en la ciudad, pero hoy ya se identifican 363. (Foto: Michelle Vázquez)

Aunque la narrativa oficial suele señalar a las lluvias “atípicas” como causa principal de las inundaciones que cada año golpean a la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), los registros históricos muestran una realidad distinta: las cifras de precipitaciones se han mantenido relativamente estables desde 1980, con variaciones erráticas, pero dentro de un rango promedio.

Más allá de las lluvias, el problema radica en la urbanización desmedida, la impermeabilización del suelo y la falta de infraestructura adecuada para conducir e infiltrar el agua, advirtió el especialista en hidrología Juan Pablo Macías Salazar.

Los registros históricos de precipitación en la ZMG de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) muestran que el promedio anual se mantiene estable, entre 880 y 930 milímetros (mm), lo que desmiente el discurso oficial de que “llueve más”. Aunque ha habido excepciones como 2004, cuando la media fue de mil 420 mm, en general no se observa un aumento sostenido; incluso en 2025, pese a las recurrentes inundaciones, el acumulado hasta agosto era de 709 mm, dentro del rango histórico.

La diferencia, apuntó Macías Salazar, no se debe a un aumento en la precipitación, sino a la incapacidad de la ciudad para absorber y conducir el agua: el crecimiento urbano desordenado, la impermeabilización de laderas y la falta de mantenimiento en colectores han convertido los escurrimientos en un riesgo mayor, como ocurre en la microcuenca de Los Colomos, donde la urbanización de las zonas altas provoca que grandes volúmenes desemboquen en puntos críticos como avenida Patria y el canal del río Atemajac, hoy reducido y sin capacidad suficiente.

Aunque en las últimas administraciones se han construido vasos reguladores, su localización en zonas bajas los hace poco efectivos. “El problema debe atacarse en las zonas altas y medias, donde se generan los escurrimientos. Resolverlo en el punto de inundación ya es muy tarde”, explicó Macías.

Además, señaló deficiencias en el sistema de pozos de infiltración: en los años 90 el Sistema Intermunicipal de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado (Siapa) tenía registrados más de 5 mil, pero actualmente no hay certeza sobre cuántos siguen operando ni si reciben mantenimiento. “Un pozo sin mantenimiento no sirve de nada”, advirtió.

Asimismo, la falta de control territorial se refleja en el número creciente de zonas críticas. En 1994, la autoridad tenía identificados 47 puntos de inundación, pero hoy el Mapa Único de Inundaciones (MUI) del Instituto de Planeación y Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) reconoce 363, aunque investigadores de la Universidad de Guadalajara (UdeG) sostienen que son aún más.

Casos recientes ilustran la contradicción entre discurso y acciones. Terrenos con capacidad natural para infiltrar agua, como el de la Expo Guadalajara, en avenida Faro y Las Rosas, o el del futuro Escudo Urbano C5, en Eulogio Parra, fueron destinados a desarrollos inmobiliarios y edificios públicos, perdiéndose así áreas clave para la gestión pluvial.

 

jl/I