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Antes de regalar

Un estudiante de maestría de la Universidad de Guadalajara presentó recientemente su tesis en la que trata el complejo manejo de un problema generado por la sociedad: enfrentar con la educación ambiental el abandono de perros y gatos que generan grupos ferales en sitios naturales cercanos o dentro de las ciudades. En su caso, en la reserva del Pedregal, colindante con Cuidad Universitaria, en la capital del país.

Guillermo Gil, el autor del estudio, sostiene que los perros que han estado bajo la tutela humana se vuelven especialmente agresivos al ser arrojados o extraviados. Las posibilidades de adopción para reinsertarse en la vida doméstica son muy limitadas. Las jaurías se vuelven dominantes y diezman a la fauna silvestre, mermando la dinámica ecosistémica de zonas naturales. También son un peligro para animales domésticos.

El autor formula un problema ético, ¿por qué se tienen que emprender matanzas de perros y gatos como última medida de conservación de la reserva natural, si estos animales han sido víctimas del abandono humano? ¿Por qué un animal inocente tiene que pagar la factura de la irresponsabilidad humana? ¿Qué aprendizajes han dejado a la sociedad las matanzas o violencia contra los perros y gatos para generar una tenencia responsable?

Este es un problema que se puede y debe enfrentar con educación, asevera Gil. Argumenta que en el siglo 19, Holanda enfrentó una crisis cuando calles plagadas de perros generaron brotes de rabia y mataron a muchas personas. En aquel entonces se organizaron grandes redadas y cacerías de perros, sin resultados, hasta que emprendieron estrategias de educación y de elaboración de marcos jurídicos.

La educación ayudó a que las leyes de protección y bienestar animal tengan sentido y se apliquen estrictamente. Por ejemplo, ningún menor de edad (antes de los 21 años) puede ser el tutor de un animal; una persona puede ser tutora de dos animales como máximo. Si alguien maltrata a un animal, sus dos generaciones siguientes (hijos y nietos) nunca podrán adoptar o tener uno; el abandono se castiga duramente con lo equivalente a un año de sueldo y cárcel.

América Latina es una región que más “aprecia” a perros y gatos, pero también la que más los abandona. Nuestro país ocupa el primer lugar al abandonar 500 mil perros cada año, según el Inegi. Se requiere mucha educación también en la metrópoli de Guadalajara, donde el abandono de estos animales en zonas como La Barranca o el bosque La Primavera ya causa problemas por jaurías y gatos ferales.

De acuerdo con el Centro Integral de Salud Animal en Zapopan, en febrero se comienzan a saturar los centros de atención por animales abandonados que fueron regalo navideño, con lo que se activan medidas que les dan muerte.

Según el Instituto de Información Estadística y Geografía de Jalisco, en cinco años se sacrificaron a 47 mil 286 perros y gatos, mientras que se adoptaron sólo mil 136.

Siguiendo las estadísticas y los comportamientos en México, sin educación al respecto, si en Navidad usted regala un animal sin la certeza de que será cuidado, podría estar fomentando su sufrimiento o muerte.

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jl/I

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