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Una ballena en el bosque

No sólo he leído sobre esa magia sanadora del arte, también la he experimentado. No describo esto como única verdad de lo que sucede cuando experimentamos el arte, sino como mera anécdota personal. Hace dos años y medio, al terminar una relación importante, estoy segura de que las muchas novelas y los cuentos que me zampé desesperadamente durante seis meses (cosa rara, sólo podía leer narrativa, lo demás me hacía pensar y recordar y llorar) me ayudaron a curar esa ausencia que hoy se ve diminuta, casi insignificante.

Cuento esto porque son las 22:39 horas del jueves 25 de abril y estoy junto a la cama de mi papá, horas después de que los doctores nos dijeran que está muy enfermo y que ya no vale la pena hacerlo pasar por la quimioterapia que necesita para vencer a su sarcoma.

Pienso entonces en los libros con los que acompañé el dolor de Arnoldo Krauss y que supuse, me servirían para momentos como este. En esa serenidad que ahora me falta y que sentía al leer sobre la muerte en los ensayos de González Crussí. En la novela donde conocí a Julián Herbert, sentada con él junto a una cama de hospital, como ahora; incluso siento ese llanto por el vacío de una injusta partida que nos dejó Reyes contándonos de un 9 de febrero. “¿Qué haré con el miedo?” Se preguntaba Alejandra Pizarnik en un poema dedicado a su propio papá, a punto de partir.

Pienso en las líneas que dejó Ulises Carrión para recordarnos las coplas de Jorge Manrique, y sí, es una pena que recuerde más la estructura que los versos del poema que no he releído desde la universidad, pero prometo hacerlo. Pienso en las fotos de Pedro Meyer y veo allí a mi mamá y a mi papá abrazados: que lindas fotos, y quisiera guardar a mi papá como hizo Mueck con el suyo, retratarlo inalterado.

En estos días, más que nada, pienso en ballenas muertas. En 2009 el artista argentino Adrián Villar Rojas dejó el cadáver de una ballena en medio del bosque, así, solita, sin sentido en su contexto, desolada y lejos de su casa: terriblemente ilógica. Cuando conocí esta pieza hace algunos años se me quedó grabada de tanto impacto y poca compresión. Hoy, en medio de tanto sinsentido, una ballena muerta en medio de un bosque es lo único comprensible.

@doloresgarnica

JJ/I