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Un México violento
Porque nos la quitaron
Francis Ford Coppola llevaba 40 años soñando con poner en pie la ambiciosa epopeya romana que es Megalopolis, un filme que ha divido a la crítica desde su estreno en Cannes entre quienes la consideran su mayor obra o el peor fiasco de su trayectoria. Para el cineasta es una historia que refleja que el ser humano es un genio.
Una película realizada en colaboración con el amplio elenco que protagoniza el filme –Adam Driver, Giancarlo Esposito, Nathalie Emmanuel, Aubrey Plaza, Shia LaBeouf, Laurence Fishburne o Jon Voight–, a los que el cineasta dio mucho espacio en el proceso de creación.
El director de 85 años tiene mucho en juego con esta película, un proyecto que terminó financiando de forma independiente con 120 millones de dólares y que hasta que no fue seleccionado por el Festival de Cannes, ni siquiera contaba con distribución para su estreno en salas.
Una película que se basa “en la idea de que el ser humano es un genio y que no hay ningún problema que no podamos resolver con nuestra creatividad, y que debemos estar por encima de la política”, asevera.
“Los seres humanos no somos estúpidos, somos brillantes. Y eso es lo que dice la película al final. Escuchen a César: él sabe de lo que habla”, añade el cineasta, haciendo un guiño a las ideas que desprende el personaje de Driver a lo largo de la cinta.
Ambientada en una América moderna imaginaria, la ciudad de Nueva Roma es el escenario de un conflicto entre Cesar Catilina (Driver), un brillante artista partidario de un futuro utópico, y su oponente, Franklyn Cicero (Esposito), quien sigue comprometido con un status quo regresivo, que perpetúa la codicia, los intereses especiales y la guerra partidista.
“La película es indefinible. Creo que lo que la hace única es que es singular, única en su tipo. No creo que a menudo puedas hacer películas así, a esta escala. Y por eso para mí ha sido un gran honor formar parte de esto”, dice Driver.
Coppola comenzó a escribir el que considera el guion de sus sueños hace más de cuatro décadas y en su peculiar estilo para dirigir obras maestras como El padrino (1972) o Apocalipsis ahora (1979), el texto sufrió muchos cambios.
Tras intentar sacar adelante este proyecto “uno pensaría que finalmente querría ejecutar esto que había tenido en su cabeza durante años”, agrega Driver. Pero no fue así.
“Jugué con todo el elenco y usé el estilo de trabajo de colaboración intensiva donde todos, incluso los actores podían hacer sugerencias sobre una nueva escena. Como director fui más un líder que un dictador”, cuenta Coppola.
“Con ello, los actores se presentaban en el set sin ningún tipo de presión para desarrollar una idea", mostrándose más abiertos para "participar, jugar, ver qué pasaba y no pensar tanto en qué es el personaje, porque los límites son muy amplios”, precisa el actor de Star Wars.
jl/I