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Alcalde Barranquitas, entre temor y enojo


Aunque muchos afirman que no se oponen a la obra, es constante entre los vecinos el temor a que, una vez concluida la construcción de la Línea 3 del Tren Ligero, permanezcan las inundaciones y hundimientos que se han presentado en la colonia Alcalde Barranquitas.

Aunque las inundaciones de gran magnitud han sido tres, los vecinos contabilizan alrededor de una veintena que han dejado a muchos con pérdidas en su patrimonio y con pocas respuestas de la autoridad que, a veces, rayan en lo grosero.

Pasado y presente

Según el mapa de riesgos de la Zona Metropolitana de Guadalajara, la totalidad del Parque Alcalde y algunas zonas aledañas (como las calles Pedro Loza y Santa Mónica, donde se ubica la gran mayoría de las viviendas inundadas recientemente y la mitad del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades), así como parte de la sección oriente de Alcalde Barranquitas, se encuentran en un área considerada de “hundimientos con resquebrajamiento”.

Es una calificación que no está en vano, pues ya ha habido incidentes serios. Los vecinos recuerdan que, alrededor de 1999, un edificio y una casa-habitación ubicados al cruce de la calle Belén y la avenida Maestros simplemente se hundieron.

Con el brazo levantado a la altura de los hombros, un vecino que habita en contraesquina del lugar señaló el nivel en el que quedó entonces la punta de un poste que ahí existió.

“El 5 de agosto de 1999, a las 3:30 de la mañana, nos despertamos al escuchar un sonido como de explosión. Cuando nos asomamos, nos dimos cuenta de que un poste de electricidad se había hundido más de un metro y sus cables habían hecho corto circuito. Descubrimos un hoyo a la mitad de la calle Belén. Tras los hechos, las autoridades evacuaron temporalmente las fincas del entorno. El 10 de agosto se abrió un segundo hoyo, que tenía un remolino de agua procedente de una tubería rota del Siapa. Fuimos desalojados, pues la casa era inhabitable”, fueron las palabras de Jesús Ancira Ledezma, uno de los propietarios, que quedaron consignadas en la edición de la Gaceta Universitaria del 11 de octubre de ese año.

En la actualidad, en la parte oriente de la colonia, la clasificación de “hundimientos con resquebrajamiento” se combina con un área categorizada como “zona de daños a fincas”. Además, en más de 40 puntos específicos a través de todo Alcalde Barranquitas se recoge la presencia de “daños a muros con cizalla”, “daños a muros con agrietamiento bajoy medio”, “zona de daños a fincas con socavamiento”, entre otros.

Si bien los hundimientos son conocidos y se atañen a la composición del suelo, en los últimos meses se han incrementado de forma considerable. Al recorrer calles como Gonzalo Curiel, Liceo, Pino Suárez o Belén, sólo es cuestión de afinar la vista para detectar múltiples socavones recién reparados que, no obstante, ya se rodean de grietas.

Sin embargo, la constante entre los vecinos es coincidir en que inundaciones como la que se han presentado este año nunca habían ocurrido. Una postura contraria a la asumida por Gerardo Ruiz Esparza, titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), quien apenas el jueves aseguró que se trabaja en una problemática que “viene de muchos años”.

¿Soluciones?

Por el momento, las autoridades y el consorcio constructor han colocado válvulas check y bombas en diversos puntos de la colonia, sin que las soluciones sean notorias. Incluso con ellas, las bocas de tormenta, incluso en un día sin lluvia, lucen llenas de arena o casi al borde de agua.

“El Siapa vino a tratar de desfogar un poco la línea y comentan que está totalmente tapada. Hay mucho caudal que tiene tierra, que sigue arrastrando arena de los costales que colocaron en Santa Mónica (…) Se pueden ver unas depresiones impresionantes en el asfalto que muestras que el agua intenta salir por cualquier lado”, expuso Claudia Romo, vecina de Alcalde Barranquitas e integrante de la representación de colonos.

Romo narró que hay vecinos que han tenido que cerrar temporalmente sus negocios; otra decidió instalarse en un condominio de la zona que renta hospedajes, en donde por un mes de estadía deberá pagar alrededor de 10 mil pesos, y en otros puntos se han tenido que construir pequeñas bardas a modo de contención.

Meras promesas

Aunque existe la promesa de indemnizar a las familias que vieron quedar inútiles a la mayoría de sus pertenencias, ésta no se ha replicado para quienes tienen pérdidas menos cuantiosas.

Es el caso de Gerardo, quien tiene una maderería en la calle Pino Suárez, casi a su cruce con la avenida Maestros. Un negocio familiar de generaciones que, dice, tiene 70 años de existencia y que, como nunca antes sucedió, en semanas recientes ha sufrido dos inundaciones. Por ende, han tenido pérdidas de material de trabajo que valúa entre los 6 mil y los 7 mil pesos.

“La primera vez nos dijo el Siapa que había sido una lluvia atípica, ahora que volvió a pasar pensamos que esto es resultado de las obras mal hechas (…) Aquí (en una boca de tormenta) tenía 15 días sacando aguas negras a todas horas. No, si olía bien bonito (…) El Siapa me dijo que no tenía nada que ver, Siteur (Sistema de Tren Eléctrico Urbano) me dice que ya se va a arreglar, ‘ya hicimos esto, ya hicimos lo otro’, y se está inundando ahí, se está hundiendo. Los altos del Municipio dicen que Siteur tiene que responder y Siteur que se va a arreglar, no dice ‘yo voy a pagar’, nomás promete que va a arreglar (…) No queremos que no se hagan las obras, pero sí que se hagan bien hechas”.

A otra vecina, contó Romo, personal que hizo visita de supervisión le dijeron que su casa era la que estaba mal construida.

Temen vecinos daños a la salud

En un principio no es notorio, pero tras permanecer cierto tiempo en Alcalde Barranquitas, esa constante extraña se revela como un olor a aguas negras y putrefacción que te sigue por donde avances. Los vecinos han tenido que malacostumbrarse al hedor y han optado por cerrar puertas y ventanas que antes permanecían abiertas.

“La bomba ayuda a mitigar brevemente, pero si no se enciende a tiempo, hay afectaciones. El agua negra corre impresionante, desde Santa Mónica hasta Fray Manuel Nájera (…) Todos los días que llueve se desborda el agua negra y nos llega a nosotros los olores (…) Nunca había pasado esto. A nadie se le había metido el agua en esta parte, jamás habíamos tenido problemas de desborde de aguas negras hasta que empezaron a intervenir, con sus desvíos y todo”, expuso  Claudia Romo, vecina del lugar.

La preocupación por que los habitantes más vulnerables, como niños y adultos mayores, presenten daños en la piel, conjuntivitis, alergias o problemas estomacales, al igual que el agua, no se va.

Por su parte, la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ) indicó que desde las tormentas que se han presentado entre el 10 de junio y el 2 de julio, en Alcalde Barranquitas ha realizado diversas acciones de vigilancia epidemiológica.

“Se distribuyeron 200 sobres de Vida Suero Oral y 300 frascos de plata coloidal. Se realizaron 42 determinaciones de cloro residual. Se distribuyeron 450 volantes informativos sobre los siguientes temas: ‘Regreso a casa después de la inundación’, ‘Escuela segura y limpia’ y ‘Medidas de seguridad durante y después de la inundación’”, expuso mediante una ficha informativa.

Además, informó, se detectaron dos casos de diarreas y la presencia de E. Coli en dos personas.

Al final, los vecinos insistieron en que no están en contra de las obras del Tren Ligero, aceptaron que están dispuestos a tolerar ciertos inconvenientes en aras de un beneficio social, pero la inquietud de que junto con los equipos de construcción se vaya la esperanza de tener respuesta a sus demandas sí permanece.

“El Siapa vino a tratar de desfogar un poco la línea y comentan que está totalmente tapada. Hay mucho caudal que tiene tierra, que sigue arrastrando arena de los costales que colocaron en Santa Mónica”
Claudia Romo, vecina

“La primera vez nos dijo el Siapa que había sido una lluvia atípica, ahora que volvió a pasar pensamos que esto es resultado de las obras mal hechas”
Gerardo, comerciante