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América, 103 años; de la indiferencia al amor y al odio

(Foto: Especial)

América cumple un año más. Llega y celebra su 103 aniversario con un presente que le augura otra Liguilla, aunque en contraste no sea uno de los grandes favoritos, al menos no en la tabla general que está encabezada por otros equipos menos mediáticos como Necaxa, Santos, y Querétaro, y además es acechado por un León que desea tomar la revancha luego de perder la Final ante Tigres en el pasado Torneo de Clausura 2019.

Las Águilas, Azulcremas, o Millonetas, son algunos de los apodos de un equipo que camina entre la delgada línea de ser amado u odiado, y que de los cuatro llamados “grandes del futbol mexicano”, es el único que actualmente puede presumir de mantenerse vigente sin necesidad de sostenerse de su pasado glorioso. Suma 13 títulos de liga, y el más reciente lo conquistó en el Apertura 2018, lo cual lo pone por encima de su acérrimo rival Chivas, que ostenta 12, y además se preocupa más por permanecer en Primera División. Cruz Azul no es campeón de liga desde 1997, y Pumas desde 2011.

Pero quien no conozca los orígenes del América se sorprenderá de saber que en sus inicios, sobre todo en la era profesional del futbol mexicano, eran un equipo más, intrascendente, y que solamente la visión de un empresario como Emilio Azcárraga los rescató de seguirse hundiendo más en la oscuridad, e inclusive de la extinción.

El inicio de la leyenda

Un día como hoy, lejos del ambiente tenso que hoy vive el club, dos equipos de jóvenes decidieron unirse para formar uno solo. Eran el Récord y Colón de los colegios Mascarones y La Perpetua, y su principal fundador era Rafael Garza Gutiérrez, y como el día de su fundación coincidió con la fecha del descubrimiento del continente americano, acordaron bautizar al equipo como América. 

Durante 1916 participó en ligas menores hasta que se ganó su lugar en la Liga Mayor del entonces Distrito Federal.

Su época amateur tuvo momentos brillantes como los cuatro títulos de Liga conseguidos de 1925 a 1928; pero después entraron en una etapa decadente inclusive entre los decenios de los cuarenta y principios de los cincuenta se quedó cerca de la desaparición, ya que al no ofrecer resultados en la cancha, su economía estaba en crisis.

Es hasta 1959, cuando el empresario Emilio Azcárraga Milmo, propietario y presidente de Telesistema Mexicano (actualmente Televisa) decidió adquirir al club para transformarlo en un equipo poderoso con los mejores jugadores de México y extranjeros de calidad.

De tal forma, pasaron seis años de aquel proceso de transición para que en la temporada 1965-66, obtuviera su primer título de Liga a nivel profesional.

Nadie podía imaginar que había nacido un equipo que con el paso de los años, de ser un escalón más para el resto, sería hoy el más ganador.

Los 70, la era de Reinoso y Borja

Si a mitad de los 60, finalmente América había conquistado su primer título de liga de la era profesional, faltaba mantenerse como un equipo consistente, y como el que realmente el resto lo apreciara como el rival a vencer, como el todopoderoso.

Parte de dicho concepto de adversario invencible y a la vez amado y odiado se comenzó a escribir en la década de los setenta con dos personajes que fueron la mezcla perfecta. Enrique Borja, el goleador e ídolo de las multitudes que con su carisma y sencillez cautivaba; mientras que de manera paralela estaba su contraparte, el chileno Carlos Reinoso, un mediocampista talentoso, hasta la fecha considerado el mejor extranjero en el futbol mexicano, pero con una arrogancia y soberbia ilimitada.

Reinoso se quitaba rivales, hacía magia, escribía los poemas en la cancha, pero que el que cobraba los derechos de autor era Borja con sus goles.

Ambos fueron clave en la conquista de títulos que ganó América en la temporada 1970-71 y 75-76, y el título de Copa 73-74. Borja se retiró en 1977, pero Reinoso se quedaría hasta 1979, para ser el héroe en la Copa Interamericana ante Boca Juniors con un golazo de tiro libre directo al mítico Hugo Orlando Gatti.

Amo y señor de los 80

La historia del club América no se puede entender si no se revisa la década de los ochenta. Fueron 10 años, en los que el equipo capitalino dominó la Liga, y en la que era palpable su superioridad en la cancha y en cada uno de sus jugadores.

Si ya en el decenio de los setenta, la institución advertía que era un serio protagonista con Carlos Reinoso y Enrique Borja como sus jugadores insignia y con el que fueron dos veces campeones de Liga y de la Copa Interamericana, sería el propio chileno que ya como técnico el que forjó de acuerdo a su personalidad en el equipo odiado y amado que hoy lo distingue.

El llamado Maestro conformó un equipo cuya base se mantuvo durante 10 años con gente como los mexicanos surgidos de su cantera como Alfredo Tena, Cristóbal Ortega, Juan Antonio Luna, Carlos de los Cobos, Vinicio Bravo, Carlos Hermosillo, Luis Roberto Alves Zague, Alejandro Domínguez, con extranjeros como Héctor Miguel Zelada, Norberto Outes, Eduardo Bacas, Daniel Brailovski, y otros que se agregaron con el paso de los años como Antonio Carlos Santos.

A Reinoso solo le tocó el título de la temporada 83-84, y a Miguel Ángel Zurdo López los de 84-85 y el Prode 85, mientras que Jorge Viera fue el conductor en la coronación de 87-88 y 88-89.

Después de aquel periodo brillante, América jugaría una final más en 1991 ante Pumas, la cual perdió, y no disputaría una hasta 10 años después en 2001 para vencer al Necaxa y en 2005 a Tecos. En la campaña 1994-95, con Leo Beenhakker como técnico y un equipo que arrollaba con los africanos Omam Biyik y Kalusha, junto con Zague y un jovencito Cuauhtémoc Blanco, parecía recuperaban su lugar, pero casi al final de la temporada, la directiva despidió al técnico holandés y terminó la magia.

Pero sin duda, la fama del América en gran parte, se debe al equipo de los ochenta, amo y señor de la década.

EH