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Vocación

No recuerdo a muchas personas que manifiesten gratitud por la atención que recibieron en el Seguro Social. Por lo general, las expresiones son de queja por las más diversas causas, desde las instalaciones anticuadas y mal mantenidas hasta los malos modos del personal –tanto administrativo, como de enfermería y médico– y las carencias de medicinas y equipamiento.

He tenido la experiencia cercana con familiares y amigos que, a falta de la posibilidad de pagar la medicina privada, recurrieron a los servicios públicos de salud. Las experiencias que narran son auténticamente de terror.

Recientemente un buen amigo que llegó en estado grave a una clínica del IMSS en la zona metropolitana de la CDMX fue recibido y dejado en una camilla en un pasillo, con una deficiente atención, y falleció ahí mismo pocas horas después.

Hace unos meses, aquí en Guadalajara, un familiar que se encontraba en estado grave fue dado de alta con premura por la necesidad de la cama.

Ahora mismo tengo una familiar en una clínica-hospital de Guadalajara que llegó ahí desde el 23 de marzo con una luxación de cadera. Le han programado dos veces el procedimiento en el quirófano, incluso la dejaron en ayunas más de 24 horas y la bajaron a la zona quirúrgica, y tres horas después le cancelaron la intervención y la devolvieron a su cama. “Oiga, no ha comido desde ayer”, les dijimos, “Lo sentimos, pero ya se pasó la hora”, respondieron en piso.

Como éstas, todos en México tienen experiencias terribles y fatales, ya sea personalmente o a través de personas allegadas –familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, etc.–, de forma que le sacamos la vuelta siempre que podemos al IMSS, ISSSTE, y todos los servicios del sector salud. En cambio, los consultorios gratuitos de las farmacias están en pleno apogeo.

La falta de medicamentos –en este sexenio no han sido surtidas millones de recetas, total o parcialmente–, se ha convertido en un mal endémico. Ya no hay ninguna promesa al respecto que sea creíble. Ahora, como dijo Santo Tomás: hasta no ver, no creer.

La “sacrosanta” promesa del mesías de Macuspana de que “tendríamos un sistema de salud como el de Dinamarca” ya está muy devaluada, ya no hay ningún incauto que la crea. Ni siquiera la fanaticada de los llamados amlovers la cree, aunque juren que sí lo hacen. La también prometida megafarmacia tampoco ha resuelto el problema, ni siquiera ha sido un paliativo. La situación de la falta de medicamentos, provocada por las imprudentes decisiones de Andrés Manuel López Obrador al principio del sexenio para acabar con la supuesta corrupción de los distribuidores, continúa igual.

Hay que destacar que en medio de este panorama que espanta, hay muy honrosas excepciones. Entre el montón de médicos descuidados, hay también algunos con real vocación hipocrática. También los hay entre las muchas y muchos enfermeros que tratan a los pacientes de muy buena manera. Así mismo, pueden encontrarse personas amables y serviciales entre el personal administrativo camilleros, recepcionistas y afanadores.

Ojalá que el resultado de la elección del 2 de junio lleve al poder a alguien capaz de reconstruir el sistema de salud de nuestro país en beneficio de la mayoría de los mexicanos.

Así sea.

X: @benortega

jl/I