La Rambla fue la sede original de la Universidad de Barcelona y sigue siendo la sede de la ilustrada Real Academia de Ciencias y Artes. El Ensanche Cerdà (Eixample), cuyas dimensiones se basaban en una fórmula matemática, se convirtió en la sede de la moderna Universidad de Barcelona y de las nuevas escuelas de ingeniería. Astilleros y academias, parques y relojes, todos dan testimonio de los usos y significados de las ciencias físicas para el centro político, económico y cultural de Cataluña desde la época medieval. Desde la astronomía hasta la ingeniería nuclear, la física ha dejado numerosas huellas, aunque no siempre evidentes, en el paisaje de la ciudad
Antoni Roca-Rosell y Xavier Roque, Physics in Perspective, “The Physical Tourist Physical Science in Barcelona”, Vol. 15, 26 Nov. 2013, p. 471
Existe en España una acendrada cultura astronómica y en tanto Barcelona se ha constituido en la capital española de la edición, es propicio ahora recorrer –un tanto apresuradamente– algunos de los elementos de Astronomía cultural en la ciudad invitada de honor a la FIL Guadalajara a la luz del esclarecedor artículo de Antoni Roca-Rosell y Xavier Roque, profesores de la Universitat Politécnica de Catalunya y la Universitat Autónoma de Barcelona respectivamente.
Los físicos y doctores especializados en Historia de la Ciencia nos presentan cuatro rutas para recorrer la ciudad organizadas geográficamente más que cronológicamente, en la cuales se resaltan los sitios importantes en el desarrollo histórico de las ciencias físicas, entre ellas la astronomía y así conjuntando el conocimiento astronómico y la naciente imprenta ahora sabemos que Bernat de Granollachs (m. ¿1487?), miembro del consejo de la ciudad cuyas sesiones ocurrían en el Saló de Cent, “escribió un exitoso Lunari, el libro impreso de mayor difusión sobre astronomía o disciplinas relacionadas publicado en España antes de 1500” (Op. Cit. p. 474), dicha obra alcanzó 90 ediciones hasta 1550 en Catalunya, España y Francia, 42 de ellas incunables.
El barrio de la Catedral se caracterizó como lugar de artesanos “que contribuyeron a la difusión de la filosofía mecánica, incluidos los fabricantes de gafas (ullerers), documentados en la ciudad desde finales del siglo XIV” (Op. Cit. P. 476), entre ellos Pere y Joan Roget quienes fabricaban ulleres de llarga vista considerados como unos de los primeros telescopios refractores y de los cuales escribió Girolamo Sirturo en Telescopium (1618) considerándolos entre “los más exactos construidos por cualquiera”.
En el 115 de La Rambla se encuentra la Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona que además de su reloj astronómico, propiciar y hospedar agrupaciones interesadas en el cultivo de las ciencias (entre ellas la Sociedad Astronómica de Barcelona), durante su restablecimiento entre 1883 y 1893 adicionó a sus instalaciones observatorios astronómico y meteorológico. Habríamos de rescatar en nuestras ciudades la memoria de los lugares donde se ha cultivado la ciencia.
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