INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Contra los aranceles, más innovación

En los últimos días ha irrumpido en las conversaciones de los mexicanos una palabra que hacía varias décadas no estaba en nuestro vocabulario diario: arancel.

Desde que México emprendió el camino en los 90 para convertirse en una de las principales economías exportadoras del mundo ha firmado 12 tratados de libre comercio con 46 países que abarcan cerca de 60 por ciento del PIB mundial. Esto le permitió al país construir una fuerte industria manufacturera que hoy representa cerca de 90 por ciento de las exportaciones, entre las que destacan los sectores automotriz y de electrónicos.

Pero la estrategia ha tenido una debilidad fatal: México ha utilizado el libre comercio para convertirse en una maquiladora barata de productos para el mercado estadounidense aprovechando la proximidad geográfica.

Dos datos ilustran de forma contundente esta realidad. Primero, el principal destino de las exportaciones de México es Estados Unidos, con 73 por ciento del total. Los siguientes destinos son Canadá, Alemania y China, que abarcan cada uno entre 2 y 5 por ciento del total. En contraste, Chile, otra economía notablemente exportadora, tiene algo más de diversidad con China (27%), Estados Unidos (15%) y Japón (9%) como sus principales destinos de exportación, pero ninguno rebasando la tercera parte del total.

Segundo dato, publicado por la CEPAL el año pasado, aunque México es el segundo exportador mundial de equipos electrónicos, 97 por ciento de los componentes son importados de países asiáticos como China, Corea y Japón.

Dicho de manera burda, el único valor que aporta México es la mano de obra barata para que diseños y tecnologías de otros países se ensamblen aquí y luego se vendan en Estados Unidos.

A este talón de Aquiles le llegó su flecha envenenada troyana en la forma de Donald Trump, el presidente con menos escrúpulos de la historia norteamericana. Sin importarle lo que diga la Organización Mundial de Comercio, ni la buena relación comercial de 25 años entre ambos países… decidió chantajear a México con la imposición de aranceles de 5 por ciento a todos los productos que les exportamos a cambio de que México controle el flujo migratorio que viene de Centroamérica.

Para Trump es una jugada calculada de cara a las elecciones el próximo año en la que pase lo que pase gana puntos a corto plazo con los que votan por él. Si mantiene los aranceles, lanzará el discurso que está devolviendo fábricas y empleos de México a Estados Unidos. Si consigue que México haga compromisos, dirá que consiguió que nuestro país pagara por controlar la migración, que es el mismo argumento que ha usado para la construcción del muro fronterizo.

Para México es la última llamada, quizás ya demasiado tarde para evitar consecuencias difíciles, a dar pasos más contundentes hacia la diversificación de destinos de exportación… y, todavía más importante, hacia la sofisticación de nuestro tejido industrial.

Los avances de la automatización de procesos hacen inviable seguir compitiendo con mano de obra barata y volver a basar nuestro éxito económico en el petróleo es tanto un retroceso, como un sinsentido en un mundo que busca recortar emisiones de dióxido de carbono.

Tenemos que hacer un plan nacional serio de innovación que desde la primaria hasta la formación continua y desde la investigación básica hasta el emprendimiento tecnológico, nos permita ser capaces de diseñar aquí en México las soluciones para los retos del futuro próximo. Esto, además, no es incompatible con la agenda social. ¿Qué puede ser más efectivo para combatir la pobreza y elevar la calidad de vida que dotar a los mexicanos de herramientas que los hagan útiles y competitivos?

@ortegarance

JJ/I