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Escenarios internacionales, reto para la gobernabilidad

El desarrollo de las últimas dos semanas ha colocado al país en escenarios diferentes de los que tuvimos durante el inicio de este año. El contexto internacional, como pocas veces, ha tenido un efecto de gran peso y que reta de forma súbita a la toma de decisiones que requieren una dimensión técnica y especializada para su abordaje. Por una parte, enfrentamos, como todo el mundo, la compleja escalada de crisis en la economía planetaria que se ha traducido en una gran inestabilidad de las bolsas de valores. En el caso mexicano, el peso ha experimentado inestabilidades cambiarias que no había resentido en mucho tiempo. 

El mercado petrolero constituye otro de los frentes actuales que ha marcado una desestabilización internacional de precios, en los que el petróleo mexicano ha sufrido una baja de casi 50 por ciento. El agudo problema que se desprende de este tema es la merma de captación de ingresos, por vía petrolera, de la mitad de lo estimado. Este factor, entre otros, se suma a los que mantienen la fragilidad cambiaria. 

El escenario internacional constituye, se desee o no, una realidad trascendental para lo que deben organizarse una serie de estrategias y de políticas que aborden el reto del sostenimiento económico del país. Este contexto implica decisiones técnicas y especializadas que enfoquen el peso de las políticas que se deban instrumentar dentro de la dimensión internacional en la que se encuentra la actual coyuntura de la economía nacional. 

En conjunto con la complicada trama de la economía global, otro fenómeno de importación y con efectos en todos los ambientes nacionales lo constituye el ingreso en nuestro país del Covid-19. La pandemia que ya se encuentra presente en nuestras fronteras constituye una fuente compleja de temas, frente a los cuales, de igual forma que en la economía, se requiere un aterrizaje de decisiones elaboradas por comités científicos y técnicos que ofrezcan, información y certidumbre a la población frente a esta contingencia. 

El abordaje técnico de este tema se realiza por la Secretaría de Salud a través de un subalterno. Sin menospreciar las credenciales, sólidas por cierto, del subsecretario Hugo López-Gatell, desconcierta la pirámide de responsabilidad con las que afronta la emergencia el gobierno federal. 

Particularmente sobre el tema del coronavirus se ha desatado una dispersión masiva de información que no contribuye en nada a la contención organizada de este trance sanitario nacional. La información que se desprende de esta estructura que sistemáticamente es menospreciada por el presidente, no contribuye de manera efectiva a la clarificación del esquema de contención de la crisis sanitaria. 

Independientemente del esquema de contención, que ha sido percibido como poco efectivo para establecer limitaciones a su potencial propagación, el presidente no quiso hablar del mismo en la convención de banqueros, del pasado fin de semana, por ser un tema “sanitario”. Al margen de violar profusamente las directivas establecidas en las sesiones matinales y vespertinas por el subsecretario de Salud, López-Gatell, el presidente prodigó con abrazos, saludos con la mano y besos a cuanto ciudadano se le acercó. 

Ya van dos momentos complejos para la Presidencia que han pasado por encima de la voluntad presidencial, la marcha del 8 de marzo y el paro del 9. Hasta el momento las reacciones presidenciales, independientemente de denostar las expresiones de las ciudadanas, no han tenido un efecto positivo. Por otra parte, la reacción de algunos estados, alcaldías y organizaciones deportivas y sociales en enfrentar el escenario de la crisis pandémica al margen de las decisiones de gobierno, son importantes, sin embargo, aquí se requiere un regreso a la realidad y con la realidad, a la gobernabilidad. 

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