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Sortear el virus entre la basura

(CONTAGIOS. La pandemia obliga también a los pepenadores a tomar sus precauciones para no infectarse. Foto: Cortesía EFE)

NEZAHUALCÓYOTL. Amada lleva 35 años subsistiendo de recolectar y revender basura de un gigantesco vertedero de las afueras de la Ciudad de México. Un arduo trabajo que ahora hace con guantes y cubrebocas, lo que ha evitado hasta el momento que haya contagios de Covid-19 entre sus compañeros. 

Con cerca de 30 hectáreas y un millar de toneladas de basura al día, Neza III es la tercera prolongación del tiradero al aire libre de Nezahualcóyotl, que acoge los desechos de 1.2 millones de personas. 

Entre las colinas de desperdicios no hay residuos hospitalarios, pero el nuevo coronavirus puede estar entre los restos de comida, plástico, ropa, muebles y objetos varios que los pepenadores (recolectores de basura) exploran sin descanso. 

El coronavirus no ha roto la rutina de Amada Odilón, quien a sus 49 años acude a diario a este basurero a espaldas del aeropuerto capitalino para recoger plásticos y cartones que revende por 100 pesos o incluso 200 en los días en que la suerte le sonríe. 

Eso sí, a la gorra, capucha y sombrero de paja que siempre lleva para protegerse del sol justiciero, ahora le añade el obligado tapabocas para evitar que el virus le juegue una mala pasada, aunque el sofoco sea insoportable. 

“Es demasiado cansado, es muy agotador. Ahorita con el cubrebocas uno suda y sube todo el vapor. Estamos como sardinas aquí sudando”, cuenta con una risa de resignación. 

Desde que llegó el virus al país se lava constantemente las manos y no teme infectarse, pues procura mantener la "sana distancia" con sus compañeros. 

El sacrificio parece que ha dado resultado, puesto que según las autoridades no se han detectado contagios entre los 250 pepenadores que entran cada día al basurero para realizar un trabajo que la mayoría hace por herencia de sus familias. 

Amada conoció el vertedero de pequeña, cuando le gustaba acompañar a su tía pepenadora para recoger juguetes. “Me gustó y ya no me fui de aquí”, cuenta risueña esta mujer, cuyos dos hijos estudian y no les interesa el basurero. 

A raíz del cierre de las escuelas y de oficinas, los residuos que llegan a Neza III han bajado de mil 200 toneladas diarias a cerca de 800 toneladas. Es decir, menos ingresos para los recolectores. 

jl/I