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Los mercados y la simulación

En el México noventero pre Tratado de Libre Comercio, la actividad comercial de las fayucas era el gran mercado negro y no la producción y trasiego de drogas. En aquel momento, la epidemia que aterrorizaba al mundo era el sida. 

Sólo con tu pareja fue una película de Alfonso Cuarón y Carlos Cuarón estrenada en 1991 que en ese momento satirizaba el terror ocasionado por el virus de la inmunodeficiencia adquirida (VIH), que originaba historias tan macabras como aquella de los sidosos que, en venganza por haberse contagiado, colocaban jeringas contaminadas con su sangre para extender la epidemia infectando a inocentes en los cines o en algún otro lugar concurrido. 

Daniel Giménez Cacho interpretaba a un galán todasmías que topaba con pared cuando una vengativa conquista desdeñada le jugaba una macabra broma, al entregarle unos falsos resultados de un análisis de sangre y le hacía creer que tenía sida. 

El mundo entero del conquistador se derrumbaba ante la revelación de que muy posiblemente moriría, víctima de una enfermedad que no tenía cura y que él mismo se había buscado en su desenfrenada actividad sexual. Claro que la película no buscaba moralizar, pero sí usaba un humor mordaz que transitaba por la fatalidad, la inevitabilidad de la muerte y una historia de romance con tintes macabros e hilarantes. 

El uso del condón fue una de las principales políticas públicas para evitar la propagación del VIH durante al menos tres décadas y, con la siempre presente amenaza de que el contagio eventualmente culminaría en una muerte lenta, dolorosa y desgastante, aun así, el preservativo fue un método que no alcanzó nunca un nivel de uso extendido en las prácticas sexuales en nuestra sociedad. 

La amenaza de muerte es muy distinta en el Covid-19, porque sabemos que la mayoría de la población no tendrá síntomas graves y quienes mueran se irán en tan sólo unos días, quizás algunas semanas si las máquinas logran extender un poco más sus vidas de manera artificial. Pero la temeridad ante esta pandemia es similar a la actitud ante el VIH en cuanto que una persona cualquiera prefiere la comodidad individual inmediata antes que la salud pública y un riesgo percibido como mínimo. 

En la sociedad mexicana también ha cambiado la percepción social de la muerte. Las guerras transforman la noción de la causalidad de la muerte y la guerra contra el narcotráfico ha normalizado que diariamente se pierdan cientos de vidas en el país de manera sangrienta. Si en Europa les horrorizaba la cifra de cientos de personas muertas por Covid-19 en un sólo día, aquí esa proporción llegó ya diluida por los homicidios a los que nos hemos ido acostumbrando en los últimos 14 años. 

Los problemas de salud pública en México siempre están en último plano con respecto a las leyes del mercado, tanto en el mercado lícito como en el mercado negro. La academia ha insistido durante ya casi tres lustros en que el narcotráfico, más que un problema de seguridad, es un problema de salud pública, pero el Estado y sus instituciones han preferido mantener un lasissez faire a ultranza antes que resolver el fondo de la situación sanitaria y no parece que eso vaya a cambiar. 

La sana distancia y la responsabilidad individual como políticas públicas de salud tendrán un impacto mínimo en un pueblo acostumbrado a que cualquier vida puede ser arrebatada en un segundo, no ya por los inescrutables designios del destino, sino por la voluntad criminal de cualquier persona. La muerte se ha abaratado en este país y, mientras podamos seguir jugando a la ruleta con las epidemias y el crimen, el distanciamiento social y los cubrebocas seguirán en la simulación. 

Twitter: @levario_j

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