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Un daño irreparable

De “criminal gestión” califica la estrategia contra la pandemia por parte del gobierno de la República por la doctora Laurie Ann Ximénez-Fyvie, y así titula su libro publicado por Planeta. La doctora Ximénez-Fyvie, jefa del Laboratorio de Genética Molecular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), laboratorio que ella misma fundó, desnuda de forma clara, contundente y con datos sólidos el pésimo manejo del combate contra el virus SARS-CoV-2 por parte del gobierno federal. 

Desde que oficialmente murió la primera persona por la enfermedad (18 de marzo de 2020) a la hora de escribir estas líneas, de acuerdo con la Secretaría de Salud (Ssa), han ocurrido 152 mil 16 defunciones y un millón 806 mil 849 casos de contagios confirmados. La autora del libro puntualiza pormenorizadamente las pifias, contradicciones y galimatías del zar antivirus, el doctor Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Ssa. 

Entre los desaciertos de López-Gatell están su negativa a recomendar el uso de mascarilla; lo innecesario de aplicar pruebas para detectar los contagios; el error al no recomendar al presidente quedarse en casa (su palacio, más bien); desoír (y burlarse) las recomendaciones elaboradas por ex secretarios de Salud; la inconsistencia de las cifras presentadas día a día; minimizar las críticas publicadas en diarios y revistas extranjeras (ya no se diga del país); declarar que se “aplanó la curva” y sus demás declaraciones cantinflescas. 

Dos nuevas evidencias confirman el veredicto de la autora: primero, los datos publicados por el Instituto de Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) de las muertes de enero a agosto de 2020 contabilizan 108 mil 658 muertes por Covid-19 (comparado con las 75 mil 17 defunciones confirmadas por la Ssa), lo que habla de un subregistro de 44.8 por ciento de los datos de la secretaría. Dado que el número de defunciones aumentó es de esperarse que en el periodo de septiembre a diciembre el número aumente considerablemente. 

Lo segundo es la contradicción en torno a las vacunas. Por un lado, declarar que habría una reducción de las vacunas de Pfizer debido a una recomendación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pese a lo acordado, para que los países con menos “capacidad económica” pudieran adquirirlas, cuando Pfizer anunció que reduciría la entrega debido a modificaciones en su planta para aumentar su producción. 

Por el otro, la adquisición de la vacuna Sputink V, cuando no ha completado su Fase 3 para ser autorizada por Cofepris (que ahora depende de López-Gatell), cuando en septiembre pasado declaró que “si no existe evidencia de su seguridad y eficacia, es una decisión que es absolutamente improcedente en términos éticos, técnicos y de salud pública, no se debe adoptar una medida, ninguna vacuna que no haya demostrado esos atributos”; sin embargo, el gobierno se ha comprometido a comprar 24 millones de dosis de dicha vacuna. 

Una y otra vez, López-Gatell ha demostrado tomar decisiones políticas por encima de las médicas, “contradiciendo las bases científicas para lograr la contención y el control de una enfermedad infecciosa con potencial epidémico” (Ximénez-Fyvie dixit). A diferencia del zar del coronavirus de Estados Unidos, el doctor Fauci, quien se mantuvo firme ante las ocurrencias de Trump (quien llamó “idiota” a Fauci), López-Gatell se vio en la necesidad de afirmar que “la fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio” para complacer a su jefe. 

Para finalizar, el Covid Performance Index (lowyinstitute.org) sitúa a México en el lugar número 97 de 98 en el manejo de la pandemia. 

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jl/I