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Más basura, más negocio

El negocio de la empresa Caabsa Eagle, principal concesionaria en el Área Metropolitana de Guadalajara, es la basura. Entre más basura generan los ciudadanos, más cobra la empresa. Así que para los particulares y seguramente para quienes los protegen desde el gobierno del estado, la solución a la crisis que se vive no pasa por la reducción de los desechos que llegan a los basureros, sino por encontrar más lugares a dónde llevarlos.

Nada más para tener una idea de lo que la basura que generamos los tapatíos representa para Caabsa, según la información que aparece en la página web del Ayuntamiento de Guadalajara, hasta junio de este año la empresa ha cobrado 14 cheques del municipio que en total superan los 68.8 millones de pesos.

De esta forma, los malos hábitos de los tapatíos en la generación de basura se han convertido en el negocio redondo de la empresa y de quienes la protegen.

Además, hay un factor que juega a favor de generar más basura: la falta de control. La empresa, que también presta servicio a negocios privados, ha sido sorprendida en más de una ocasión transfiriendo los desechos de esta recolección a los camiones de aseo público. Esto, más otras artimañas que se dieron en el pasado y que no hay certeza que hayan dejado de emplearse, como mojar la basura para que tenga un mayor peso.

Por eso no sorprende que los programas para la separación de basura hayan fracasado. Aquel intento de entregar la basura separada no tuvo nunca un plan formal, pues la basura era mezclada en el camión nuevamente o una vez que llegaba al basurero.

Otro intento, ya más reciente, son los puntos limpios en los que se puede depositar la basura separada, los cuales también han mostrado una gran ineficiencia. Los tanques están sucios y normalmente saturados, pues no se limpian todos los días. Así que los ciudadanos ponen su parte y ya con la basura en el lugar, la colocan donde pueden, incluso a un lado de los contenedores. Así, tenemos pequeños basureros en muchas esquinas.

Además, algunos conductores de camiones de aseo público han confirmado que cuando los puntos limpios se saturan son esas mismas unidades las que reciben la basura y ahí se mezcla de nuevo.

Ya en el basurero, la única separación es la que llevan a cabo los pepenadores. Por eso no es extraño que cuando la semana pasada la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) clausuró el basurero de Matatlán, hayan sido los pepenadores quienes defendieron el sitio.

Así que las políticas públicas de las autoridades municipales y estatales se han enfocado, no con mucho éxito, por cierto, a buscar nuevos lugares para depositar las miles de toneladas de basura que todos los días generamos.

A esto debemos sumar que los indicadores que el mismo gobierno del estado ha fijado para medir el cumplimiento de sus metas en esta materia son una simulación. Según el Monitoreo de Indicadores del Desarrollo de Jalisco (Mide), se cumplió 100 por ciento la meta de que todos los municipios del estado depositen su basura en rellenos sanitarios conforme a la norma oficial 083 de Semarnat, que es la que establece las características de un vertedero que no provoca daño al medio ambiente. También asegura que hay un avance de 85 por ciento en el depósito adecuado de basura.

La realidad es que el cumplimiento de las normas ambientales de manera plena es mínimo y solo lo cumplen algunos ciudadanos que se organizan.

Mientras la visión de qué hacer con la basura no apunte a reducir los desechos que generamos, en lugar de dónde depositarlos, la crisis por nuestros desechos será un cuento que nunca terminará.

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