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Cómoda para los medios e incómoda para las democracias

En política, en los procesos electorales en América Latina, pareciera que el “mundo mágico” prevalece en el imaginario social construido de los votantes y electores.

Para los analistas políticos, en Argentina, dos demagogos, el populista de derecha Javier Milei y el peronista Sergio Massa, avanzaron a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que tendrán lugar el 19 de noviembre.

Argentina es un país donde la inflación es de 140 por ciento anual; 40 por ciento de la población se encuentra por debajo de la línea de la pobreza, y el dólar se ubica en mil pesos y la economía cae 3.3 por ciento anual. En este contexto, el candidato oficialista ganó la elección y quedó a un paso de ganar la Presidencia.

El candidato Massa, de Unión por la Patria, alcanza un resultado de 35.90 por ciento de apoyos, por encima del 30.51 por ciento cosechado por Milei, dejando tercera a Patricia Bullrich, la candidata de la coalición Juntos por el Cambio (centroderecha), quien obtuvo 23.61 por ciento de los votos.

El analista e historiador argentino Federico Finchelstein encuentra características comunes entre Milei, Trump y otros líderes mesiánicos que poco tienen que ver con el ejercicio y la concepción de una política de Estado.

Un ejemplo de esto se puede observar en Javier Milei, quien en un debate presidencial, al preguntarle por qué “niega el cambio climático”, como animal televisivo que es, responde que el cambio climático es un invento de los comunistas.

Y explica Milei que son ciclos en donde cambia la temperatura, el hombre no tiene nada que ver y los que dicen que tiene que ver forman parte del marxismo cultural. En otras palabras, es la típica forma de propaganda: “Negar la realidad e inventar fantasías”.

Para Finchelstein, Milei y políticos parecidos son, antes que nada, animales televisivos, y su crecimiento en las televidencias ha implicado a los medios de comunicación y los periodistas. “Al mismo tiempo que denuncian y demonizan a los medios, hacen escándalos y adoptan posturas que tienen que ver con lo llamativo, recurren a lo que puede ser un shock para muchos televidentes”.

Y argumenta que, para algunos medios de comunicación y periodistas, primero está el rating, luego el país. Así, estos políticos se hacen irresistibles para el mundo de la televisión, interesado cada vez más en atraer audiencias y cada vez menos en explicar la función del Estado y la política, los riesgos a la democracia o la fragilidad de las instituciones.

En el caso de Milei, los analistas dudan que pueda gobernar de forma responsable, por su tendencia emocional e ideológica de extrema derecha, porque como dijo Trump: “¿Por qué voy a cambiar?”.

Para los analistas sociales, los argentinos dieron un vuelco por políticos como Milei por el hartazgo de años de gobiernos de izquierda y derecha de partidos tradicionales, luego de vivir atados a las falsas ilusiones, voltearon a ver al que ofrece la solución económica y social en el desmantelamiento del Estado. Un radical que es capaz de negar los abusos de la dictadura de los años 70.

En otras palabras, las derechas radicales y el antiestado crecen y se arraigan en los votantes, por la incapacidad del gobierno y del Estado para resolver las cosas más básicas de la vida de las personas.

Poniendo las barbas a remojar, si en México, el próximo sexenio, no se tiene un Estado que funcione a nivel económico, en seguridad, en educación, en salud, en vivienda, y persiste la debilidad del Estado, esto traerá consecuencias graves y podríamos tener liderando las encuestas, perfiles de candidatos semejantes a Bolsonaro, Milei o Trump.

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