INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

'El amor a los pobres'

El papa León XIV publicó recientemente una exhortación apostólica en continuidad con Francisco para poner a débiles y marginados en el centro de la iglesia, sin “esperar que las fuerzas invisibles del mercado resuelvan todo”, y dedicó su primer documento a los pobres: “Vemos crecer élites de ricos que viven en una burbuja”.

Presentó esta exhortación el 4 de octubre, día de san Francisco, en la Biblioteca del palacio apostólico, que complementa un texto que había dejado a medias su predecesor el papa Francisco.

Tiene por título Dilexi te (Te he amado), “sobre el amor a los pobres”, y es una reflexión de 28 páginas sobre cómo los débiles y marginados deben ser el centro de la misión de la iglesia, porque siempre lo han sido.

Y señala: “Muchas veces me pregunto por qué, aun cuando las Sagradas Escrituras son tan precisas a propósito de los pobres, muchos continúan pensando que pueden excluir a los pobres de sus atenciones”.

El papa presenta frases de denuncia: “Es un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos; paradójicamente, también vemos crecer algunas élites de ricos, que viven en una burbuja muy confortable y lujosa, casi en otro mundo respecto a la gente común. Eso significa que todavía persiste a una cultura que descarta a los demás”.

El papa lo enmarca en “una visión de la existencia basada en la acumulación de la riqueza y del éxito social a toda costa, que se ha de conseguir también en detrimento de los demás y beneficiándose de ideales sociales y sistemas políticos y económicos injustos, que favorecen a los más fuertes”. Es contundente al hablar de “estructuras de pecado que causan pobreza y desigualdades extremas”.

En cierta manera, con esta exhortación apostólica, el misionero agustino reivindica la opción preferencial por los pobres, presente en Latinoamérica con la teología de la liberación, y culmina citando el Concilio Vaticano II, que es el faro doctrinal de la Iglesia católica en la era contemporánea.

Elige cuidadosamente fragmentos de la constitución pastoral Gaudium et spes, de 1965: “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos (…) Quien se halla en situación de necesidad extrema tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario para sí. (…) La misma propiedad privada tiene también, por su misma naturaleza, una índole social, cuyo fundamento reside en el destino común de los bienes. Cuando esta índole social es descuidada, la propiedad muchas veces se convierte en ocasión de ambiciones y graves desórdenes”.

Concluye que “el cristiano no puede considerar a los pobres solo como un problema social; estos son una ‘cuestión familiar’, son ‘de los nuestros’”. Y tampoco puede consolarse con “teorías que intentan justificar el estado actual de las cosas, o explicar que la racionalidad económica nos exige que esperemos a que las fuerzas invisibles del mercado resuelvan todo. La dignidad de cada persona humana debe ser respetada ahora, no mañana”.

[email protected]

jl/I