INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

La solución en López Mateos será un mejor transporte

Están por concluir las mesas de diálogo sobre las alternativas para destrabar el caos de movilidad en López Mateos. En la discusión sigue flotando la idea de un segundo piso, y ojalá se cancele… a menos que ese negocio ya esté apalabrado.

Es momento de hablar del elefante en la sala: la pésima respuesta que ha recibido el transporte público. Es urgente que volvamos a lo esencial: construir un sistema de transporte eficiente, digno y sustentable, que verdaderamente invite a bajarnos del auto.

López Mateos no puede crecer más en amplitud. Fue una carretera a la que se le sobrepuso una ciudad que creció sin control, un trazo que jamás fue planeado para soportar el crecimiento desbordado del sur metropolitano.

Desde finales de los años ochenta, cuando Tlajomulco comenzó a privatizar la tierra ejidal, se dio paso a un modelo de fraccionamientos cerrados que proliferó durante los noventa: desarrollos aislados, desconectados y completamente dependientes del automóvil.

Con el sexenio de Vicente Fox y el modelo fordista de vivienda masiva y barata, surgieron los grandes conjuntos como Santa Fe, Chulavista, Lomas del Mirador o el llamado “Chivabarrio”. Miles de casas levantadas sin calidad ni servicios suficientes. Muchas fueron abandonadas tras la crisis financiera de 2008, que en Jalisco coincidió con el avance del narcotráfico y la violencia. Las huellas del fracaso urbano siguen ahí. El “Chernóbil mexicano” se encuentra en el sur metropolitano.

Convertimos a la ciudad en un espacio de consumo. La gentrificación es consecuencia directa de nuestras malas decisiones: el derecho a la ciudad terminó siendo el derecho de quien puede pagarla. Expulsamos la pobreza a las orillas y, con ello, fabricamos un problema que hoy nos rebasa.

Ese problema ya está aquí. Cruzar López Mateos puede tomar más de una hora en automóvil, pero en transporte público el tiempo se duplica. El costo no solo es económico: es social, ambiental y humano: la gente se acaba la vida en los trayectos.

Una verdadera solución exige más que infraestructura vial. Requiere un transporte escolar eficiente y obligatorio, políticas que incentiven el trabajo híbrido en las empresas y una movilidad colectiva para las zonas industriales.

Apostar por un segundo piso sería dilapidar recursos públicos para beneficiar a quienes más tienen.

Pero mejorar López Mateos no se logra sólo con cuatro o cinco camiones articulados. Implica planificación, coordinación intermunicipal y visión metropolitana. Se necesita un acuerdo entre la academia, las autoridades y la sociedad civil para diseñar un sistema que funcione para quienes hoy solo tienen la opción de moverse en un transporte deficiente.

López Mateos es el termómetro de nuestras prioridades como ciudad. Si el Estado insiste en soluciones rápidas, el problema seguirá creciendo. Pero si se atreve a impulsar una política transexenal que implique transporte público moderno, accesible y justo, podríamos iniciar una transformación urbana real.

La cuenta regresiva ha comenzado. ¿Servirán de algo las mesas por la solución vial de López Mateos?

[email protected]

jl/I