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¡Basta de inseguridad!

Algunas/os funcionarias/os federales, estatales y municipales del país (emanados de un partido político y también de otros) casi siempre, con arrogancia, en ocasiones hasta con enfado e ingenuidad (porque piensan que las y los ciudadanos se las vamos a creer) nos “informan” que los índices de los delitos van a la baja o que “ya se está investigando” tal caso. Algunos además afirman que el problema de la delincuencia y la violencia se está atendiendo desde su raíz y “muestran” que ya van a la baja.

Lo cierto es que, entonces, uno no entiende como es que cotidianamente asalten sin ningún recato a los camioneros en las carreteras; asesinen, intenten asesinar o levanten a profesionales de la comunicación; cobren “derecho de piso” a comerciantes; extorsionen con ciertas cantidades de dinero por productos cosechados a agricultores; torturen a trabajadores del transporte público, y sigan sin localizarse personas desaparecidas.

Tampoco se entiende que personas tengan que abandonar sus casas y tierras en pequeñas poblaciones para preservar su vida y las de sus familias; que madres que buscan a sus familiares desaparecidos sean asesinadas o amenazadas; que ejecuten en cualquier lugar y a cualquier hora del día a personas, y que cotidianamente se encuentren fosas clandestinas con los cuerpos de personas ejecutadas y, a veces, hasta descuartizadas.

Menos se comprende que a niñas y mujeres adolescentes y jóvenes las convierten en esclavas sexuales; que se trafique con y maltraten a migrantes, cuyo pecado es buscar mejorar sus condiciones de vida; que se asesine a quienes eran candidatas/os de distintos partidos y de distintas entidades; que mujeres sean asesinadas por sus parejas y que no mucha gente tome consciencia, lo que propicia que los casos sean en la impunidad; que se asesine a personas en situación de calle, y que asalten a adolescentes y jóvenes, llevándose su celular y/o laptop, etc.

El problema de la delincuencia y la violencia representan graves y muy complejos problemas nacionales que son multifactoriales; que necesitan ser prevenidos y atendidos; que deben abordarse desde diversas disciplinas –psicología, sociología, antropología, criminología, neuropsicología, derecho, psiquiatría, pedagogía, ingenierías, economía, etc. y con los aportes de las universidades, las organizaciones profesionales, las instituciones religiosas, las organizaciones empresariales, los sindicatos y de la sociedad civil organizada–; con planes, programas y acciones gubernamentales con metas medibles a corto, mediano y largo plazo; que deben abordarse en forma coordinada en los niveles federal, estatal y municipal.

En el abordaje de estos graves problemas nacionales no caben las y los políticos irresponsables, oportunistas y con intereses electorales.

De no ser así, el país seguirá incendiándose en perjuicio de las y los ciudadanos.

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jl/I