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Violencia y Casa Jalisco

Los lamentables hechos de sangre ocurridos ayer por la mañana en la esquina de la avenida Manuel Acuña y Montreal pudieron haber sucedido en cualquiera de las muchas calles de la Zona Metropolitana de Guadalajara, incluso en la misma donde vivía la pareja fallecida, pero sucede que prácticamente la violencia tocó la puerta de Casa Jalisco, residencia oficial del gobernador Enrique Alfaro Ramírez.

Y cabe la causalidad o coincidencia de que en el interior del inmueble se encontraba el fiscal Gerardo Octavio Solís Gómez. Fue uno de sus escoltas el que auxilió a la mujer agredida que desafortunadamente murió.

Sí, la violencia que es cosa común en la Zona Metropolitana de Guadalajara fue ayer a tocar prácticamente las puertas de Casa Jalisco, como si fuera una escena montada ex profeso y como un llamado a las autoridades a ejercer las estrategias urgentes en el combate a la delincuencia, a la inseguridad y a esta violencia que por diversos motivos se registra en nuestra sociedad.

Sí, podrán argumentarse una y mil cosas, y quizás todo pueda resumirse en un pleito, una discusión, una pelea de pareja, entre particulares como se manejó ayer, que terminó en un feminicidio y en la muerte posterior del agresor. Ahí podría quedar el asunto con las tristes consecuencias que esta historia deja en el hogar de las familias de ambas personas fallecidas. Podría reiterarse, como se manejó ayer también, que lo sucedido afuera de Casa Jalisco es también una muestra de la descomposición de la sociedad. Y nadie puede negar todo lo anterior.

Pero el que se haya registrado un hecho de esta naturaleza precisamente afuera de la residencia donde habita el gobernador del estado, es una llamada de atención a la autoridad que ésta no puede ignorar.

Hace alrededor de un mes y medio, quizás, a una cuadra de Casa Jalisco, en la esquina de Manuel Acuña y López Mateos, a plena luz del día –eran alrededor de las 13 horas- se registró un intento de asalto a un grupo de damas que ahí se encontraba, por parte de un sujeto que conducía una motocicleta. Afortunadamente entre las mujeres se encontraba una religiosa que con sus palabras logró hacer huir al asaltante. Si hay cámaras en esa zona, en ellas podrán constatarse los hechos narrados por el conductor del Uber que abordaron muy asustadas las víctimas del fallido asalto, a quien le pidieron que condujera rápido y le contaron su amarga experiencia.

Aproximadamente hace un mes, la inseguridad también prácticamente tocó las puertas de donde vive el presidente municipal de Guadalajara, Ismael del Toro Castro, luego de que unos asaltantes le arrebataron el dinero que traía una persona, a quien auxiliaron los escoltas del alcalde que se encuentran apostados en la calle y pretendieron perseguir a los victimarios, pero resultó infructuoso. Así lo contaron algunos vecinos de la zona.

La inseguridad y la violencia en la Zona Metropolitana de Guadalajara, como en el resto del estado, no tiene territorio rechazado, se presentan en todas partes y ahora ya hasta en las áreas donde habitan quienes nos gobiernan y son los responsables de proporcionar seguridad y tranquilidad a los ciudadanos.

Habrá quien diga que se exagera si se afirmara que es tal el índice de inseguridad en Jalisco que ya hasta a las afueras de la propia casa del gobernador se cometen hechos de violencia, al grado de un asesinato. Y si eso sucede ahí, ¿qué no ocurre en otras zonas todos los días y a todas horas?

La noticia ya dio la vuelta al país y el punto de referencia es la casa de gobierno, mientras la discusión gira en torno a si es o no feminicidio, pero no puede perderse de vista que si bien pudo suceder en cualquier otra calle de la ciudad y frente a un domicilio cualquiera, finalmente la sangre corrió afuera de Casa Jalisco.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I