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Fragmentos de sonido

Líquida, ligera. No, no son dos palabras de un comercial de televisión ponderando las cualidades de un producto. Son, para algunos sociólogos y filósofos, dos palabras necesarias para nombrar los valores o el espíritu de nuestra época.

La modernidad es líquida, dice Bauman, la tendencia dominante de nuestra sociedad es la ligereza, dice Lipovetsky. Si bien ambas palabras podrían ser contradictorias: el agua es pesada, pero corre con ligereza, las dos representan lo contrario a lo sólido, a lo duro, a la idea de resistencia monolítica, característica principal de la forma de ver los objetos y la idea de las cosas durante el siglo pasado.

Por alguna razón, tal vez la persistencia de las guerras, se deseaba, se hacía necesario que todo durara, objetos y sentimientos por igual: el automóvil, la ropa, la lavadora, los zapatos, el amor, la amistad, el matrimonio, eran valorados por su duración en el tiempo.

“Mis padres duraron 60 años casados” significaba un triunfo del amor, la solidez de la unión necesaria para formar una familia. El divorcio, la ruptura amorosa, eran vistos como símbolos de debilidad, de flaqueza, de falta de seguridad.

En nuestra época, velocidad y obsolescencias se imponen como conceptos básicos para la vida. En cierta medida, tener un automóvil de diez años de antigüedad es motivo de desprestigio social. Un matrimonio antiguamente llamado “duradero”, es visto con desconfianza. Vivimos rápido, fragmentados, ligeros de equipaje, de afectos y de conocimientos.

“Vivimos en una era de fragmentos de sonido, no de pensamientos, de cosas efímeras calculadas -como observó George Steiner-, pensadas para conseguir un máximo impacto y una obsolescencias instantánea”, dice Bauman.

El triunfo de los mensajes vía Twitter es el fin de la metáfora, de la ironía, del discurrir de las ideas.

“La primera víctima de una vida apresurada y de la tiranía del momento es el lenguaje, demacrado, empobrecido, vulgarizado y despojado de los sentidos que presumiblemente transmite”, señala el mismo Bauman.

Aprender a vivir bajo formas líquidas pero ligeras, insensibles, apresuradas en su obsolescencia, esa es la tarea que nos exigen los nuevos y para algunos aterradores “Tiempos Modernos”.

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da/i