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Las gordas no van al cielo

Un sacerdote dirige una multitudinaria misa en algún templo de Sao Paulo. En algún momento lanza su sermón contra el sobrepeso femenino y segundos después vemos a una sonriente gordita que sube al escenario y de un empujón saca al sacerdote de cuadro: el sujeto cae estrepitosamente hacia adelante y la chica se acomoda el cabello y parece a punto de lanzarse al estilo lucha libre; luego, ya no sabemos qué ocurre.

Tampoco se sabe por qué dijo que las gordas no van al cielo. Los sacerdotes nos han enseñado que Dios odia a los homosexuales, los derechos femeninos y a los no bautizados, pero no hay informes sobre la ira divina contra una dieta rica en carbohidratos.

Además no hay seguridad de que el video sea real: en Internet se pueden hallar desde personas cenando cerebro de mono vivo hasta pornografía vegana y tutoriales para fabricar explosivos con el ácido sulfúrico que liberan las cebollas: es el paraíso de la gente que se contenta con sólo una versión de las cosas, una sola perspectiva, y, si se le encuentra el máximo punto ofensivo, mejor.

A los fanáticos se les van las cabras con este tipo de videos. En Youtube cada noche de fin de semana nacen nuevos celíacos, animalistas, tierraplanistas y aspirantes a fabricar piscinas con barro y bambú.

Hay videos irrefutables de Nessie, alienígenas en las pirámides, fantasmas en fotos de familia; hay toda una comunidad detrás de imágenes de huellas de pies humanos y cráneos gigantes, la historia del micrófono llevado por cable a las profundidades de la Tierra que logró captar el sonido del Infierno, la del que asegura que es un viajero del futuro y que todos vamos a morir.

Bien pudo ocurrir que el sacerdote defenestrado de la ventana de Google haya encontrado alguno de esos evangelios pachecos que circulan en la web, documental con música dramática y yuxtaposiciones sospechosas de imágenes incluidas, voz en off recalcitrante, que hable sobre la dieta y figura de una buena feligrés según san algo, grabada en piedra y hallada en algún golfo perdido, y no halló mejor modo de sintetizar sus nuevos conocimientos que sacando a las pasadas de peso de la lista de los bienaventurados en plena eucaristía.

Si así fue, bien por la gordita sonrisuda y vindicadora.

@_PausaParaFumar

JJ/I