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América, amo del Clásico Joven

América, campeón de la Final del Clausura 2013. (Fotos: Imago7)

Desde hace tiempo el llamado Clásico Joven entre Cruz Azul y América entró en su etapa madura.

Mucha historia se ha escrito entre ambos equipos desde que comenzó la rivalidad en el inicio de la década de los setenta.

Si la Máquina Celeste tuvo un ascenso insólito en aquel decenio a través de la conquista de títulos de liga, y con jugadores emblemáticos como Miguel Marín, Kalimán Guzmán, Chaplin Ceballos, Rafael Toribio, Centavo Muciño, Miguel Ángel Cornero, y muchos más; para después ir cayendo en un ayuno de campeonatos, pero sobre todo de finales perdidas de manera increíble.

América también tendría en los noventa su calvario al distanciarse del protagonismo para recuperarlo 10 años después.

Las realidades actuales de ambos son muy distintas, pero hoy a las 19 horas en el Estadio Azteca, tratarán de olvidar sus diferencias abismales para emparejarse en la cancha y ofrecer un espectáculo a sus aficionados.

El origen

América ha sido el equipo odiado, pero también amado. Nunca ha estado en términos medios. Al menos no a partir de que el poderoso empresario, dueño del consorcio Televisa, Emilio Azcárraga Milmo, decidió adquirirlo para crear la contraparte del consentido Guadalajara.

Pero si ya en el final de la década de los 50 se había convertido en el antagónico de Chivas para darle forma al Clásico Nacional, en el inicio de los 70 se le apareció Cruz Azul, un contendiente sin la tradición del Rebaño, pero con un hambre de triunfo que lo constató desde su ascenso a la Primera División en 1964.

A pesar de su corto historial, en la temporada 1968-69 sumó su primer título de liga, y repitió en el torneo corto México 70.

Pero la temporada 1971-72 fue la confirmación de que no era un equipo de paso, y que las dos anteriores conquistas no eran parte de la fortuna o una coincidencia.

Cruz Azul, fundado por el ortodoncista Carlos Garcés, e impulsado por el empresario Guillermo Álvarez Macías, había conformado en aquella campaña un equipo que dirigido por Raúl Cárdenas se perfilaba como un candidato a pelearle la supremacía al América.

Pocos imaginaban la rivalidad que estaba por nacer.

Una final con triunfo humillante

La final lucía pareja, pero más inclinada al lado del cuadro azulcrema por la experiencia de sus jugadores como el portero Prudencio Pajarito Cortés, Pichojos Pérez, Borbolla, Monito Rodríguez, Carlos Reinoso, y Enrique Borja, entre otros, dirigido por José Antonio Roca.

Para entonces, la Máquina, que había surgido en Ciudad Jasso, Hidalgo, ya compartía el Estadio Azteca con América, por lo que también fue motivo de morbo el duelo entre dos equipos capitalinos que habitaban el mismo inmueble.

El conjunto azul, integrado por Miguel Marín, el portero argentino que a partir de aquel partido se convertiría en leyenda, además de Alberto Quintano, Eladio Vera, Héctor Pulido, Octavio Centavo Muciño, y Cesáreo Victorino entre otros más, salieron con la determinación de trascender.

En el primer tiempo, prácticamente quedó sentenciado el juego final, con un lapidario 3-0 que desconcertó al América, y que en el segundo tiempo, ni todo el talento de Reinoso, ni la contundencia del goleador Borja lograron remontar, sino todo lo contrario, el equipo siguió siendo arrasado, al punto de que el marcador pudo ser más abultado de no ser porque el árbitro Arturo Yamzaki anuló a Victorino un gol que era válido, pero que no fue respaldado por el abanderado que no apreció que el balón había cruzado la línea.

Borja se encargó de hacer más decorosa la dolorosa derrota al anotar en el último minuto para el 4-1 definitivo.

Pese a la diferencia en la cancha y en el marcador, Reinoso nunca ha aceptado del todo el perder aquella final, ya que él se la atribuye a las atajadas de Marín: “Esa final no la ganó Cruz Azul, nosotros la perdimos con Marín, él paró todo lo que le mandamos, si no es por él, no hubieran ganado”.

Había nacido una nueva rivalidad, y el autor intelectual de bautizar a aquella “guerra civil” entre equipos capitalinos fue el comentarista Gerardo Peña al nombrarlo El Clásico Joven.

Años después, ambos se volverían a cruzar en tres finales más, y las tres las ganaría América para confirmar su superioridad con un Cruz Azul que comenzaría a escribir desde entonces el manual perfecto de cómo perder finales.

 

1988-89, el error de Larios

En el juego de Ida, el portero Pablo Larios perdió su ubicación y en un simple saque de meta entregó el balón a Luis Roberto Alves Zague, quien no perdonó para abrir el marcador. Los minutos restantes serían vibrantes cuando Carlos Hermosillo puso el 2-0, pero Porfirio Muñoz y Cuevas empataron, pero en los minutos finales, Antonio Carlos Santos anotó para el 3-2. En la Vuelta, disputada el 16 de julio en el Azteca, el marcador quedó empatado 2-2 pero el global favoreció a las Águilas por 5-4, en una de las finales más emotivas del futbol mexicano, y que confirmó al América como el amo y señor de la década de los ochenta.

Moisés Muñoz, el héroe del América

La final más recordada entre ambos hasta la fecha en el Torneo de Clausura 2013, cuando parecía que Cruz Azul se quedaba con el título, y apareció la figura de Moisés Muñoz para empatar y prolongar el partido a la serie de penaltis que ganaron las Águilas para aumentar la burla sobre la Máquina e inaugurar el verbo cruzazulear, en alusión a una forma burda de perder partidos ya ganados.

Pero así como dicha final se quedó grabada en la memoria por el drama con el cual se jugó, además del festejo de Miguel Herrera, quien parecía convulsionarse por la euforia que le generó el empate de Muñoz, y posteriormente el penalti definitivo que anota Miguel Layún; la que es perfectamente olvidable es la del Torneo de Apertura 2018, en el que América se impuso por 2-0 al equipo de Pedro Caixinha, que a diferencia de las finales anteriores, presentó un Cruz Azul tembloroso, con el miedo a no perder que transpiraba por sus poros, y sin hacer mucho, las Águilas conquistaron su título de liga número 13, para humillar de nuevo a su eterno cliente.

EH