INICIO > ARTE
A-  | A  | A+

Octavio Paz, el Nobel 30 años después 

(Foto: Especial)

Aunque el sello de su obra fueron la belleza de los poemas y la puntería de los ensayos, este domingo, en el aniversario 30 de su elección como Premio Nobel de Literatura, el mexicano Octavio Paz también fue recordado como un adelantado. 

Si bien dejó su impronta de eternidad con poemas como Piedra de sol o Nocturno de San Ildefonso e hizo una radiografía del mexicano en su ensayo El laberinto de la soledad, Paz igual debe ser apreciado por su valentía para defender ideas como el feminismo, la lucha contra los totalitarismos y la defensa de la ecología, cuando nadie lo hacía. 

“En general las mujeres me dan más esperanzas sobre la humanidad actual que los hombres. Quizá el gran fenómeno del siglo 20 no sea la física nuclear, ni el comunismo, ni Fidel Castro, sino la liberación de la mujer”, le escribió a Elena Poniatowska en mayo de 1960, cuando pocos hablaban en ese tono. 

Más de medio siglo después, Poniatowska es Premio Cervantes y cree que Paz arropó a los mexicanos con su poesía, su generosidad y su humanismo, lo cual explica su respeto a la mujer. 

“Fue un adelantado, me declaró que el suceso del siglo 20 era la liberación de la mujer. Él tuvo un gran amor por Elena Garro, una mujer llena de talento”, recuerda la novelista en referencia a la primera esposa de Paz. 

Sin tapujos 

En un momento en el que los mexicanos estaban orgullosos de su cultura, su historia, su música, su cine, Octavio escribió un ensayo en el que develó la naturaleza del mexicano. 

Paz fue de los primeros en denunciar los campos de concentración de la Unión Soviética, en desconfiar de los totalitarismos y, cuando todos apostaban que la Revolución cubana era una luz de esperanza, criticó el sistema en la isla por la falta de libertades. 

“Tenía unos ojos azules que te recibían, eran ojos que sabían sonreír. Pensaba todo el tiempo y, fuera de la literatura, fue un hombre puente, que supo unir a México con la India, con Europa, con Francia, Inglaterra y Japón”, cuenta Poniatowska al referirse a cómo Paz hizo más conocido a México en otros lares, con su literatura y su labor de diplomático. 

Abierto a la crítica 

Octavio Paz estaba en Nueva York cuando se enteró de la noticia del Nobel. Se trataba de un hombre con poco ego y aunque dio entrevistas, mostró un asombro infantil al ser recibido en México por una multitud. “No es para tanto”, dijo. 

Uno de los escritores más cercanos a Paz fue el novelista, poeta y ensayista Alberto Ruy Sánchez, Premio Xavier Villaurrutia de 1987 por su obra Los nombres del aire. El autor habló casi a diario con Paz durante más de dos décadas. 

“Se puede pensar que era un adelantado, pero sobre todo era alguien que trabajaba sin parar en la reflexión de los temas. Un curioso, interesado en lo que la gente decía. Era fácil comunicarse con él, admitía críticas, aceptaba errores”, reveló a EFE Ruy Sánchez. 

Octavio Paz fue en gran parte autodidacta, con una rica cultura, pero sobre todo una gran exigencia a sí mismo. 

Ruy Sánchez recuerda la desconfianza de Paz por los galardones, los cuales, creía, siempre tenían algo de equívocos. 

“Una vez le dieron un premio, lo felicité y durante casi media hora me estuvo hablando de que los premios son algo que sucede al lado de lo que es tu esfuerzo, tu labor”, cuenta. 

Este domingo los lectores de habla hispana celebraron el Premio Nobel que ganó Paz, aunque quizás la gran fiesta sea que en el Zócalo de México, en la librería El Ateneo de Buenos Aires o en una plaza de Santiago de Chile, Lima o Bogotá, alguna chica le dará el sí a su pretendiente gracias a un poema de Paz. 

“Para mí lo importante es que dentro de 50 años, unos jóvenes enamorados lean mi poesía y se identifiquen”, le comentó hace mucho tiempo a Elena Poniatowska, adelantándose al futuro. 

jl/I