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¿Cambiará el gruñón?

Las medianeras son una nueva oportunidad de Enrique Alfaro para cambiar su relación con la prensa y luego entonces, con la sociedad. 

El lunes de la semana pasada el gobernador llamó a una rueda de prensa y anunció que estaría convocando semanalmente a reporteros para abrir un espacio de preguntas y respuestas. Finalmente, el 12 de julio arrancó el ejercicio que ha sido bautizado por almas carrillas como la medianera (porque es a mediodía) o la lunera, la semanera y hasta la regañera. 

En los pasillos de Casa Jalisco y de sus empresas favoritas de comunicación (IndatCom, La Covacha y Euzen) corre la urgencia de proyectar a Alfaro a la grande para 2024 y lo primero es cambiar su imagen tan áspera. 

El escenario electoral que tenían proyectado en los corrillos naranjas era mucho peor al que resultó ser. Ante tal prospectiva, se hablaba de ajustes internos en todos los niveles (desde coordinaciones, secretarías, fiscalías y áreas de comunicación). 

Sin embargo, no calcularon la cantidad de votos que lograron gracias a la guerra sucia contra López Obrador, la polarización social y la guerra de guerrillas interna de Morena Jalisco que colapsaron las aspiraciones del partido guinda. La gente se volcó para darle el sufragio a MC más por miedo que por sus resultados en estos primeros tres años de gobierno. El irracional voto útil le dio al equipo de Alfaro oxígeno puro. 

Tal fue la sorpresa de la victoria que detuvieron los cambios internos ya decididos. 

Ahora, tras el giro de acontecimientos, pretenden incorporarse de nuevo en el diálogo público con los medios y los opinadores. Entidades antes dinamitadas. 

Están aprendiendo las mañas de AMLO. La mañanera es la arena de las descalificaciones y francas ofensas que espeta un día sí y otro también el presidente en contra de periodistas. Sin embargo, lo que llama “diálogo circular” marca la agenda pública y lo coloca en las primeras planas. 

Para bien o para mal, nadie tiene dudas de que parte de la popularidad de López Obrador es su presencia permanente. 

Alfaro quiere seguir esa estela. Tiene que hacerlo por su pasado (con tantos conflictos con la prensa), su presente (su tosca imagen de regañón) y su futuro (sus aspiraciones políticas). 

El reto es mayor. Minó su relación con los medios desde que era alcalde de Guadalajara. Llamó “periódicos basura” a NTR, Mural y Crónica. Llevó carpetas para descalificar la crítica de Notisistema, le dijo chantajista a El Informador. Aseveró que el periodista Rubén Martín era “irresponsable”. 

En otra oportunidad calificó como “periodiquito” a NTR. Hemos sido su villano favorito gracias a investigaciones como la desaparición del Instituto de las Mujeres, las compras a sobreprecio, A Toda Máquina, la Villa Panamericana, cobertura de fosas y hechos violentos, sus empresas favoritas de comunicación, la crisis forense, conflictos por el agua e Iconia, entre muchas otras. 

Abre la nueva etapa conteniéndose. La semana pasada se detuvo cuando el reportero de NTR lo cuestionó. Respiró e intentó responder articuladamente. El lunes expuso a los reporteros que llegaron tarde a la rueda de prensa: ya habían avisado que no se hacía y media hora antes pidieron que se trasladaran a Casa Jalisco. 

Que Alfaro quiera cambiar su diálogo con la prensa –por razones de promoción política– le da una ocasión más de entender que las investigaciones periodísticas que revelan actos de corrupción o que desvelan problemas estructurales en su gobierno son oportunidades de mejora. De limpiar lo sucio. De corregir. No es un asunto personal que implique denostarlo per se. 

La tolerancia a la crítica es una muestra de una mejor salud en su espíritu democrático y si Alfaro lo entiende, todos ganamos.

@cabanillas75 

JB