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Venezuela y su crisis

El futuro de un individuo como el de una nación es directamente proporcional a la educación que recibe. El médico y actual rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Grau Wiechers declaró en su toma de protesta: “Un país sin educación tendrá un triste e incierto futuro”. Y Jaime Torres Bodet, escritor, poeta y diplomático mexicano que fuera director general de la UNESCO, ya había pronunciado: “Creo y valoro que un pueblo con educación de calidad tendrá acceso a la justicia, a la libertad, a la democracia y al bienestar social”. Palabras que toman relevancia hoy que observamos a una Venezuela sin libertad ni democracia, en una lamentable crisis de injusticia y un evidente malestar social.

Vaya que Venezuela ha sufrido en los últimos años de graves problemas sociales pero el principal sin duda ha sido, dejar sin escuela a más de un millón de jóvenes y a los pocos que seguía atendiendo con un deplorable rendimiento académico de tal suerte que 90 por ciento de los estudiantes tienen promedios no aceptables en las últimas pruebas de rendimiento en las que participó, lo que ha generado un desplome en la vida científica y profesional. Los jóvenes delinquiendo en la calle sin estudio y sin trabajo representan el trágico presente de un país. Venezuela además de no lograr la cobertura escolar cometió otro error imperdonable, dejó de evaluar a maestros y estudiantes. Si dejar de evaluar en cualquier ejercicio administrativo es como conducir ciego un auto, en educación donde la evaluación es indispensable en el proceso formativo es darle un tiro de muerte al sistema educativo.

En Venezuela se eliminaron cargas académicas para aumentar las ideológicas y prácticas premilitares que buscaban la manipulación a favor del gobierno a cambio de tener controladas a las familias, dando prioridad a obsequios como dispositivos electrónicos, uniformes y útiles escolares, incluso, por encima del mantenimiento de las edificaciones escolares y el equipamiento de las mismas. La ausencia de maestros, los bajos sueldos magisteriales, la falta de capacitación y la asignación caprichosa de plazas acabaron con la calidad docente. La desnutrición en los niños y los jóvenes debido a la crisis alimenticia mermó los estériles esfuerzos escolares a falta de concentración y ausentismo por enfermedades; la aparición de la violencia y enfrentamientos entre bandas de adolescentes aumentó la deserción y ausentismo escolar, la inflación afectó los costos del transporte para acudir a la escuela. La fuga de cerebros de valiosos profesionistas, el narcotráfico y el lavado de dinero agravan aún más la situación.

Juan Guaidó representa la esperanza para el pueblo que lucha por salir de una crisis política, económica, social y educativa.

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@Saucedodlallata

JJ/I