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Música diabólica

A Robert Jonhson le decían que tocaba música diabólica. Por esa música perdió a su primera mujer y a su hijo, no puedo tener una relación cercana con su hijo y murió envenenado como consecuencia de un triángulo amoroso mientras tocaba en un bar de mala muerte. De todo eso habla ReMastered: La encrucijada del diablo, un mini documental dirigido por Brian Oakes disponible en Netflix.

En sólo 48 minutos, este filme habla del convulso momento histórico en el que se desarrolló el blues en Mississippi, linchamientos a afroamericanos incluidos, de los prejuicios hacia el blues, que denominaban música diabólica y la influencia de Johnson en el blues y el rock.

El documental aborda el mito que rodea al blusero, de quien se dice, hizo un pacto demoniaco en una encrucijada de caminos y que fue el mismísimo diablo que afinó su guitarra para convertirlo en un genio después de años de aturdir a sus audiencias. Lo más interesante es que muestra la mística detrás del artista, como hizo arte a partir de su vida miserable. Oakes repasa la dinámica con la que se construyeron los mitos de la música, le otorga valor a la dosis de misterio que rodea a los personajes históricos, a Johnson lo humaniza y lo pone como ejemplo de asumir las consecuencias de vivir con reglas propias. Además relata algo interesante, fue un grupo de snobs de los años 50, los que hicieron crecer el mito de Robert Johnson a partir de la reedición de su música, varios años después de que muriera.

La enseñanza que deja a los músicos jóvenes es clara: no hay buen arte ni buena música que se haga sin riesgos, apostando hasta la vida y llevando al límite sus capacidades, algo que suena a cliché, pero que tiene un alto grado de verdad.

ReMastered: La encrucijada del diablo me hizo recordar que hace muchos años, si escuchabas rock eras adorador del diablo, debías escuchar a escondidas de tu mamá o tu abuela, algunos discos, además en la radio había predicadores del apocalipsis que insistían en los supuestos mensajes diabólicos que proferían algunas canciones. Llegué a escuchar que Another one bites the dusk de Queen, invitaba a fumar marihuana si se escuchaba al revés o que Maldito sea tu nombre de los españoles Los Ángeles del Infierno, ofendía a Dios, cuando es todo lo contrario, incluso, en el colmo del ridículo, que el tema Querida de Juan Gabriel, alababa al demonio. Todo eso se acabó con la llegada de los discos compactos y el MP3. Pero ese misterio alimentaba la curiosidad y reforzaba la idea que ser roquer era estar cerca de lo maldito. En el documental Metal: A headbanger’s journey, del antropólogo Sam Dunn, varios metaleros negaron ser adoradores del diablo, incluso confesaron ser católicos. En México nunca hubo mitos, jamás hubo tanto misterio, por eso no hay leyendas, de ahí la poca trascendencia. Son tan terrenales que hasta los roban en las carreteras. México de mi corazón.

@tuamigoFranco

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