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Alfarismo: perdió su identidad

Luego de manifestarse el viernes frente a Casa Jalisco en reclamo de que se acelere la investigación sobre el paradero de sus familiares desaparecidos –sin ser atendidos por funcionario alguno–, lo primero que los manifestantes escucharon al día siguiente de uno de ellos, en este caso del jefe de Gabinete, Hugo Luna, fue una advertencia: “Hay actos de violación a la ley que se tienen que seguir por procedimiento (oficio)”, refiriéndose a la pinta que se hizo sobre el muro de Casa Jalisco y los daños provocados a la puerta del inmueble.

Luna agregó: “Evidentemente no vamos a tolerar ningún acto de vandalismo ni de violencia, no es la forma…”. Y advirtió que no habría diálogo “con porros o gente violenta…”.

Para muchos, con sus declaraciones Hugo Luna simplemente le echó más gasolina al fuego, pues provocó la irritación ciudadana, principalmente en redes sociales.

A los no pocos problemas que enfrenta el gobernador Enrique Alfaro y que no les ha encontrado salida destaca la falta de operadores eficientes en su gabinete y se refleja en que le estallen una serie de conflictos que, bien operados por quien sabe cómo hacerlo, pudieron ser desactivados a tiempo y evitarle así un desgaste innecesario. Pero los responsables están apanicados y no saben qué hacer.

Desde el enfrentamiento con colectivos por su decisión de desaparecer el Instituto Jalisciense de las Mujeres, el alfarismo no sabe cómo enfrentar las manifestaciones y movilizaciones ciudadanas, la mayoría de ellas realizadas por quienes fueron sus aliados y que sin duda votaron a su favor para que llegaran a la alcaldía de Guadalajara, primero, y gobierno del estado, después. Hoy esa alianza no existe.

El asesinato de una mujer a manos de su esposo afuera de Casa Jalisco complicó aún más la relación entre grupos de la sociedad civil, otrora aliados. La manifestación posterior afuera de la residencia oficial y el enfrentamiento verbal entre el gobernador y varias de las manifestantes, luego de la intervención infructuosa del secretario general Enrique Ibarra, del fiscal Gerardo Octavio Solís y de la secretaria Fela Pelayo, colocó la relación gobierno-ciudadanía en una crítica situación que ya tuvo su primer estallamiento el viernes, cuando ningún representante del Ejecutivo tuvo a bien salir a atender a los manifestantes.

Y es ahí donde se pregunta: ¿dónde está el subsecretario de Asuntos del Interior, Manuel Romo, el primero del organigrama que debe atender estos asuntos? Hasta el momento su capacidad de cabildeo, de negociación y de conciliación se desconoce, pues no ha salido de su oficina, donde está atrincherado.

El secretario general Enrique Ibarra se mueve hasta donde se lo permite la nueva estructura de gobierno, pues sus funciones han sido acotadas, por un lado, pero por el otro parece que no quiere comprar pleitos ajenos o inmiscuirse en tareas que ya tienen encomendadas entre sus facultades otras áreas de gobierno, que han demostrado incapacidad para sortear los conflictos sociales y han permitido que lleguen y le estallen al mismo mandatario estatal.

Desde su llegada al poder estatal, el gobierno de Movimiento Ciudadano ha perdido a inusitada velocidad su identidad de ciudadano que tan buenos dividendos le dejó a Enrique Alfaro en Tlajomulco, en su primera batalla por la gubernatura en 2012 y posteriormente para llegar a Guadalajara en 2015. Y aún le alcanzó para llegar a Casa Jalisco en 2018.

Hoy el gobierno alfarista está extraviado, desorientado o desconectado de la ciudadanía. No sabe qué hacer ni tiene quién haga el trabajo fino de la negociación, del cabildeo, de adelantarse a los acontecimientos que lo tienen hoy enfrentado a esa sociedad, a esa ciudadanía que le dio los votos para ganar una elección.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I