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Rompiendo
Ley Telecom
Estimados lectores, en esta ocasión quiero compartir con ustedes otra cara de la migración, la más oculta, de la que poco se habla: los sentimientos por los que atraviesan en diferentes etapas de su vida los migrantes. Les confesaré que la decisión de hablar sobre este tema está relacionada a la experiencia personal que tengo como mujer migrante; nosotros, quienes hemos dejado nuestra familia y nuestros seres queridos para buscar aquellos sueños que no se pueden realizar en la tierra en que nacimos.
Desde que se decide iniciar este camino empieza el sentimiento de tristeza por dejar a los seres amados, su cultura, sus tradiciones y aquella tierra que los vio nacer; sin embargo, también está el miedo, el temor ante las situaciones que se les presentarán en la travesía que están por iniciar.
Los sentimientos de miedo y dolor no sólo son para quien se va; la familia que se queda sufre la partida de alguno de los padres, esposos o hijos, no saben cuándo volverán a verles, tampoco a qué se enfrentarán. Aun en este nuevo siglo, miles de familias no volvieron a saber de sus seres queridos, algunos de ellos murieron en el camino, en el desierto o cruzando el río tratando de buscar el sueño americano; otras tantas tuvieron el consuelo de recibir al menos los cuerpos de sus seres amados y pudieron reconfortarse por verles una última vez y despedirlos para siempre.
Hace años, cuando inicié el estudio de la migración hacia Estados Unidos, una mujer migrante llamada María me platicó cómo había sido su experiencia en la línea de cruce fronterizo Tijuana-San Isidro que anteriormente se conocía como Cañón Zapata: “No sabía cómo sería el cruce, me vine con vestido y zapatillas, grande fue mi sorpresa cuando el coyote nos dice: ‘Ahora sí, prepárense a correr para que no nos agarre la migra’… corrimos y corrimos, caí y me raspé las rodillas, llegamos al otro lado enlodados, cansados y ya sin zapatillas… fue terrible, nunca lo olvidaré”.
Muchos de nosotros podríamos preguntarnos, ¿cómo es posible que esta mujer no supiera cómo era cruzar la frontera para llegar a Estados Unidos? Pues sí, es posible, hace más de 20 años no había el acceso a la información como lo hay ahora; muchos migrantes, en especial las mujeres, se embarcaban en esta experiencia sin conocimiento de cómo sería. Actualmente la mayoría de los migrantes saben que se enfrentarán a condiciones adversas y de grandes riegos.
Aquellos que sí lograron llegar a su destino, como María, y que pudieron estar en contacto con sus seres queridos son a los que ahora se les llama héroes vivientes, porque envían dólares a su familia para que puedan sufragar los gastos de comida, educación, salud y vivienda. Gracias a la tecnología y aun en la distancia, algunos migrantes pueden comunicarse con sus familiares y de esta forma presenciar eventos importantes como bautizos, bodas, cumpleaños e incluso funerales; sin embargo, llevarán el dolor en su ser por toda la vida al no estar presentes; tal es el caso de Javier, quien comenta: “No crea, maestra, es muy difícil cuando partimos; el cariño se va perdiendo en la distancia, particularmente con los hijos, quienes ya no nos reconocen como padres, pero sí como proveedores, dándole mayor importancia a los dólares enviados”.
Así como estas historias se podrían compartir muchas más, de hombres y mujeres que han dejado a sus seres queridos, sin embargo, aquellos que permanecen en la unión americana tienen el corazón dividido entre la tierra que los vio nacer y aquella en la que siguen luchando por lograr sus sueños.
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JJ/I