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Ay, Morena, morenita mía... 

A lo largo de la semana recién concluida tuvo lugar el octavo Congreso Internacional de la Asociación de Ciencia Política. El ITESO fue la sede, pero debido a la contingencia sanitaria, la presentación de ponencias, libros, conferencias magistrales y los debates en torno a los múltiples temas abordados fue bajo modalidad virtual. Una experiencia singular, que a decir de los organizadores permitió que la participación se mantuviera igual o por arriba de las ediciones anteriores. La ventaja fue hoy que no era necesario desplazarse hasta Guadalajara para asistir y participar en el congreso. 

Entre los ejes fundamentales propuestos para esta ocasión se debatió sobre la persistente desigualdad que impera en todos los países de América Latina y lleva a preguntarnos ¿cómo es posible que aún en las naciones con mejor desempeño democrático la desigualdad se mantenga o incremente? 

En el caso mexicano es desconcertante constatar que mientras la alternancia se ha afirmado, como posibilidad en los estados y aún en el gobierno federal, y sienta las bases para la consolidación de la democracia, la mejora en las condiciones de vida no parezca ir de la mano de los avances en la democracia mexicana. 

El hartazgo de los ciudadanos, en tanto electores ha explorado nuevas opciones de representación política y ha hecho que la competencia entre PRI, PAN y PRD se expanda hacia nuevas opciones a las que los electores apuestan con la fe o la convicción de que serán mejores alternativas de gobierno, o al menos han dado la oportunidad para que nuevos partidos y candidatos independientes pongan a prueba sus capacidades de gestión y desempeño. 

Tanto en el caso de Jalisco y Nuevo León, como en el gobierno de la República, ha sido fundamental el “liderazgo de arrastre” que han tenido Enrique Alfaro, El Bronco y Andrés Manuel López Obrador. Para ellos, las elecciones de 2021 serán una oportunidad para rendir buenas cuentas a los ciudadanos que confiaron en ellos y les pusieron al frente de sus respectivos gobiernos. 

Un desafío importante para estos dos nuevos partidos es que trabajen en la consolidación institucional del partido, ya que el crecimiento de Movimiento Ciudadano y de Morena deberá ampliarse en otros municipios y entidades, de manera que su fortaleza dependa cada vez menos de sus líderes fundadores o de unos cuantos militantes de renombre y crezca su estructura institucional, a fin de que perduren y se consoliden más allá de 2021 y 2024. 

Existe en México un pluralismo político moderado, pero lo que nos ha enseñado esta emergencia de candidatos independientes y nuevas fuerzas políticas como Movimiento Ciudadano en Jalisco y Morena en el país es que la competencia política se ha abierto y que la emergencia de nuevos liderazgos carismáticos ha reanimado a los electores a mirar más allá de las opciones tradicionales. La confirmación de que estas fuerzas políticas emergentes con presencia en diversos territorios tienen capacidad para gobernar o representar a los ciudadanos que exigen más de sus gobernantes se evaluará con las elecciones de 2021. 

Dentro de las posibilidades de sobrevivencia o fortalecimiento de esas nuevas opciones es importante que muestren su capacidad para prefigurar un buen proyecto de gobierno o, mejor, un proyecto de país, realista, con visión estratégica, que convenza y sea difundido adecuadamente entre los ciudadanos, que vincule intencionadamente un proyecto democrático con la mejora tangible de las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos: campesinos, indígenas y trabajadores que han vivido por décadas en condiciones de pobreza y no disfrutan de los beneficios del desarrollo nacional. 

*Profesor investigador del ITESO 

jl/I