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Hay trato desigual ante la pandemia

(Foto: Especial)

De pronto la gente comenzó a morir en San Clemente. Uno diario o cada tercer día durante un mes –de la mitad de diciembre, a la mitad de enero–. Todos adultos mayores. Las muertes fueron sorpresivas. La incertidumbre reinó. 

San Clemente es una comunidad rural del municipio de Unión de Tula, en la Sierra de Amula. Está a cuatro horas de la capital del estado y tiene sólo mil 200 habitantes. Por nueve meses estuvo libre de Covid-19, pero en diciembre todo cambió.  

Las personas comenzaron a enfermar. En poco tiempo comenzaron las defunciones. 10 o 15, la gente perdió la cuenta de cuantos fallecieron. Algunos por enfermedades que ya acarreaban, pero otros mostraron síntomas de Covid-19. Pero la incertidumbre reinó ya que persistió la desinformación, la no creencia en el virus y la falta de acceso a la salud. 

Enfermarse de Covid-19 en un “pueblito” no es igual a hacerlo en la ciudad. Si bien, Guadalajara sufrió por camas de hospital, oxígeno e incluso pruebas, principalmente al inicio de 2021, las comunidades rurales batallaron mucho más. 

En San Clemente, para que las personas puedan conocer si tienen Covid-19 o no, tienen que acudir a las cabeceras municipales más cercanas: Unión de Tula o Ayutla. Ahí, la prueba no cuesta menos de mil 200 pesos, casi imposible de pagar para familias que viven al día gracias al campo. Radar Jalisco, ahí no existe. 

Además, los laboratorios son de médicos particulares. Sus oficinas son una habitación más de la casa del médico y esos resultados son solo para la familia. No llegan a la estadística oficial, esas personas forman parte del sub registro. Lo mismo pasa con las “muertes sospechosas”, nunca se sabrá si fueron por Covid-19 o por otras causas. 

Todo esto imposibilita la detección y aislamiento oportuno de los contagios, reconoció Carlos Alonso Reynoso, epidemiólogo por la UdeG.  

“(Las comunidades rurales) han sido relegadas a un segundo o tercer término. Por eso es que cuando se calculan las estadísticas de letalidad de estas zonas, la letalidad que presentan es mucho mayor porque obviamente la letalidad depende de la cantidad de pruebas que se han realizado, de los contagios confirmados y en proporción a las defunciones. Pero al haber muy pocas pruebas realizadas en esas zonas, la letalidad va a ser mucho mayor. Más que demostrar que en las zonas rurales se mueren más que en las zonas urbanas, lo que demuestra es que no se han diagnosticado oportunamente los casos en esas zonas, no se han hecho las pruebas necesarias ni se les ha dado la atención necesaria”. 

jl/I