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Conflictiva cívica y vial en Providencia

La destacada colonia Providencia, con todas sus variantes, toma su nombre de la antigua Hacienda de la Providencia, de la que sobrevive tan sólo un modesto acueducto. Pero su trascendencia se le debe a la esforzada población que construyó en ella una cauda de cosas de muy buen ver, sin llegar a los desplantes de zonas colindantes.

En términos de don Benito Juárez, quien estaba a favor de la “decente medianía”, podríamos decir que predomina en esa zona precisamente una decente medianía más esforzada que se acercó un tanto a la clase rica.

Siguiendo al mismo prócer, podríamos agregar también que prevalece en dicho barrio el principio aquel sobre “el respeto al derecho ajeno” como base insubstituible de la paz, misma que manejó cuando recuperó la Ciudad de México y puso fin a la intervención francesa.

Cabe decir que, como muchos preceptos, éste se ha manejado antes y después del Benemérito de las Américas: se dice que ya San Pablo, por un lado, y Confucio por el otro, dijeron aquello de que “no hagas a otro lo que no quieras para ti”.

Sin embargo, se dice que por causa del neoliberalismo descarnado que se instaló en el país en los últimos 30 años, entre los cambios nocivos para la sociedad está el del egoísmo superlativo que podría sintetizarse así, procurando no usar palabras soeces: “Hago lo que me da la gana y los demás me importan un bledo, que se frieguen”.

La construcción desproporcionada de edificios ilegalmente altos ya trae congestiones, falta de servicios, inseguridad, etcétera, pero hay otros problemas menos aparatosos que eventualmente pueden derivar igualmente en daños sociales graves.

La puerta lateral de la Unidad Deportiva Revolución, sobre la calle Nueva Escocia, es motivo, una tarde sí y otra también, de una congestión de tráfico provocado por aquellas féminas antisociales que se plantan en su inmediatez con su coche en espera de alguna dulce criatura, dando lugar a que en esa cuadra, de una vía de relativa importancia, con frecuencia el automovilista incauto que simplemente quiere transitar por ella puede llegar a tardar más de 20 minutos. Todo ello porque no se quieren estacionar a unas docenas de metros que muy bien pueden caminar los bodoques y ellas mismas.

El suscrito es un observador de privilegio, pues está a media cuadra y sin necesidad de circular a esas horas, con frecuencia dejo mi depa para acudir a presenciar el desaguisado y eventualmente tratar de tranquilizar a más de un desesperado que necesita llegar a su destino con urgencia.

Puedo dejar, por ende, testimonio de que la inmensa mayoría de los conflictos son atribuidos a mujeres de “buenas familias”.

Un caso muy aparatoso y ejemplar sobrevino cuando algunos voluntarios llegamos a sacudir el árbol genealógico de ciertas damas. Ocurrió cuando un hombre atorado por los coches mal parados gritaba desesperadamente porque llevaba a su señora a dar a luz… Por fortuna, en esa ocasión se logró abrir paso por encima de una banqueta.

Con tal carencia de conciencia cívica, cada vez más generalizada, no habrá más remedio que mi amigo Diego Monraz destaque gente, aunque también la requiera en otros lados, para evitar este patológico estancamiento vial, debido a que el acontecer y el derecho a circular de otros carece de valor para unas y a éstas no les merece el mínimo respeto.

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jl/I