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Las fronteras de Partal

Después de estudiar durante muchos años los límites y las divisiones territoriales del estado de Jalisco y, por ende, del occidente de México y sus aledaños, así como haber formado parte vital de las dos comisiones de límites que se crearon en tiempos del gobernador Guillermo Cosío Vidaurri para definir los límites entre el estado de Jalisco y los vecinos de Colima y Nayarit, llegué para mis adentros a la conclusión de que las delimitaciones territoriales, de la índole que sean, siempre resultan un tanto o un mucho arbitrarias.

No importan la naturaleza que sea, judicial, política, religiosa, etc. Por ello me interesé mucho en un libro titulado precisamente Fronteres (así es en catalán, con “e”) de la autoría de un afamado periodista valenciano de nombre Vicent Partal (nacido en tierras valencianas en 1960 y creador de la prestigiada agencia informativa Vila Web).

Tras la noticia y por una enorme curiosidad natural por todos los conflictos humanos, el hombre ha recorrido prácticamente todo el mundo y ha puesto una especial atención en lo que llamamos “fronteras”. Después de leer 37 pequeños capítulos que hablan de muy diversas fronteras esparcidas por el mundo y de hacerles a sus descripciones que, insisto, cubren muy buena parte de la faz de la tierra por la que él ha corrido, una sesuda, analítica y bien sustentada introducción que resulta imprescindible, Partal nos ofrece su libro, a principios de 2022, mismo que ya lleva tres ediciones, que reúne las experiencias después de haber andado del “tingo al tango” durante muchos años, de acuerdo con la naturaleza de su oficio.

Su tesis, que emerge muy bien consolidada de su libro, es la siguiente: “Contra lo que se suele pensar, y contra lo que los estados nacionales quieren que pensemos, las fronteras son siempre una invención humana, pues ni tan solo aquellas aparentemente naturales no lo son”.

Las fronteras, dice y lo sostiene, son puntos clave de confluencia cultural y de conflicto político, de mixtura lingüística y de transformación histórica. Pero, además, sustenta que siguiendo el trazo de tales líneas dibujadas sobre los mapas nos adentramos en la historia de sus pueblos de manera privilegiada.

Su libro, que pertenece a una colección bautizada Comanegra, que ha dado buenos frutos ya, emerge de una editorial catalana llamada Llibre Local.

Dos de ellas tienen que ver con nuestro país:

Una se titula “La frontera es una biblioteca” y consiste en un homenaje al periodista sinaloense Javier Valdez, caído en la realización de sus labores, cuya biblioteca se ha convertido en una suerte de memorial, se encuentra curiosamente en las inmediaciones de la calle llamada Culiacán, ciudad en la que fue asesinado, pero en la colonia Hipódromo de la Ciudad de México.

La otra es la visión de la frontera norte en el punto donde están cara a cara las ciudades de El Paso y Juárez, separadas apenas por el río Bravo, llamado también Grande, aunque no lo sea tanto. Esta se titula “La frontera de la noche”. Resulta por igual asaz e interesante.

En ambos textos se muestra que Partal nos ha percibido bien.

Es el caso de que la lectura de este libro, con base en casos puntuales de fronteras representativas de su tesis principal constituye una verdadera vuelta al mundo que nos ayuda sobremanera a entender los principales problemas políticos y sociales del mundo contemporáneo.

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jl/I