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Acusan invasión de agave en bosque de Juanacatlán

EN RIESGO. Las plantaciones se estarían llevando a cabo sin prácticas agroecológicas y sin cuidados. (Foto: Especial)

Hasta mil hectáreas de 5 mil boscosas que han demorado en ser protegidas sería el saldo de pérdida de la zona del cerro Papantón y El Saucillo, enclavados en Juanacatlán, como efecto de la fiebre del Agave azul tequilana weber. 

No es el único motor de deforestación y cambio de uso de suelo, pero sí el más importante. De acuerdo con colectivos presentes en la zona, se han registrado cambios graduales, pero persistentes en la cobertura forestal, así como en áreas de pastizales naturales o dedicadas a agricultura tradicional. La razón es la alta expectativa de ganancias que genera la materia prima del tequila, una bebida en plena expansión mundial. 

En tiempos de buenos precios llega a aportar ganancias hasta seis veces superiores a las que da el maíz incluso con semilla mejorada. El riesgo, que no todos advierten, es que sin una planeación integral de la producción, el agave pasa de ciclos de escasez, con precios en alzas históricas, a ciclos de sobreabundancia, en que se desploman los pagos y los campesinos podrían no sacar siquiera la inversión, que es elevada porque el ciclo completo va de cinco a siete años. 

El tema es que a los sembradores de agave no hay quién los detenga. Se señala algún predio, se acude a levantar evidencias y los encargados de resguardo amenazan a los ecologistas. Como el entorno de seguridad es delicado, no hay manera de convencer a la autoridad local o a las procuradurías ambientales (Profepa, federal, y Proepa, estatal) de una intervención enérgica. De ese modo se está quedando sin patrimonio natural un municipio cuya historia al conurbarse a Guadalajara ha sido casi completamente desfavorable para su calidad de vida. 

“Desde el pueblo se puede percibir que tanto el cerro del Papantón como el bosque del Saucillo son invadidos por esa mancha azul inconfundible del tequilana weber, que invade sin prácticas agroecológicas y sin el menor de los cuidados, y constituye una amenaza para el ambiente y los habitantes por el poco bosque que nos queda y la poca salud que da ya al pueblo. Esto empezó, o detonó de forma clara, con la llegada del Macrolibramiento, que afecta 80 por ciento del territorio municipal. A partir de entonces, hará unos 10 años, se empezaron a hacer acciones de compraventa de áreas ejidales y se ha venido afectando todo con una importante deforestación; son 5 mil hectáreas de bosques, pero sin duda se han reducido por estos interese económicos, calculo que se han afectado unas mil hectáreas”, dijo a NTR una activista ambiental de la cabecera municipal que prefiere mantener su identidad en el anonimato.  

Y añadió: “Es un problema muy mencionado en los últimos meses, ha sido muy evidente el cambio de paisaje, de bosque nativo, árboles tepehuaje, palodulce, roble encino, mezquites, arrasados ahora por las plantaciones de agave, que abarcan más espacio que nunca. Esto sugiere más problemas de deforestación y desde hace tiempo se quiso prevenir con un expediente de un área natural protegida, pero no se logra concretar y no debe ser difícil imaginar por qué”. 

La activista dijo desconocer las dificultades del Ayuntamiento de Juanacatlán para hacer cumplir leyes o apoyarse en las autoridades estatales y federales para sancionar los cambios ilegales de uso de suelo. Lo cierto es que al viejo asunto de las aguas contaminadas del río Santiago, que es expediente ambiental principal de la zona, es inevitable añadir estos procesos de destrucción que “sin duda van a afectar a nuestra calidad de vida”. 

FACTOR. La activista entrevistada cree que la entrada del Macrolibramiento ha influido en el incremento del agave en el municipio. (Foto: Archivo NTR/AH)

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