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Tras paso de Patricia desaparecen selvas

Preparación. Patricia generó un desafío en términos de manejo de materiales flamables para las siguientes épocas secas. (Foto: Especial)

La costa de Jalisco recibió a finales de 2015 el enorme peso del huracán más potente que se ha documentado en la historia humana: Patricia llegó al litoral de Chamela al anochecer del 23 de octubre con vientos categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, por arriba de 300 kilómetros por hora. Generó 5 mil damnificados, aunque ningún deceso. Los muertos los puso la selva: en la reserva de la biosfera Chamela-Cuixmala se estimaron daños a 60 por ciento del arbolado, del cual, un décimo fue muerte.

Eso generaba un desafío en términos de manejo de materiales flamables para las siguientes épocas secas. En la reserva de 13 mil 142 hectáreas (131 kilómetros cuadrados), el ecosistema demostró que cuando se respeta su capacidad de carga, responde. Los tres ciclos secos posteriores han sido benignos, y la resurrección de la selva ha sido espectacular. Pero hacia fuera, cientos de miles de hectáreas de bosques tropical caducifolio, en medio de zonas productivas agrícolas y ganaderas, y hacia la Sierra Madre del Sur, con los grandes encinares, la realidad fue distinta: en 2016, y sobre todo, en 2017, se presentaron los más grandes registros de incendios que se hayan levantado en medio siglo. Luego, cambios de uso de suelo permanente, un fenómeno que no ha sido medido, pero es evidente para los observadores.

“Aquí se descuidó una cosa que fue terrible, y eso lo señalamos en su momento: después de Patricia no se tomaron las medidas precautorias para hacer frente a tanto combustible; no se metió un programa de emergencia, no se trabajó la sectorización de combustibles en toda la costa, había mucho material suelto, y esto derivó en el cambio de uso de suelo y en quema de superficies que no se deberían de haber quemado; yo creo que hubo una negligencia en su momento para atender una emergencia de gran envergadura, y eso disparó en 2017 la superficie de incendios”, señala el titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet), Sergio Graf Montero.

Si hay un contexto climático difícil, “si tenemos esta serie de circunstancias, como un huracán y un derribo de árboles masivo, lo que tenemos que hacer es tomar medidas; esa es una lección, porque ahora las condiciones climáticas están tremendas, acaban de establecer el año de El Niño, o sea, condiciones de calentamiento, y en general eso significa que de aquí a junio vamos a tener condiciones de muy baja humedad, y de un alto riesgo de fuego”, añade.

Por su parte, el coordinador científico de Chamela-Cuixmala, Álvaro Miranda, confirma lo que sucedió afuera del polígono protegido: “Eso lo puedo constatar; las áreas que están afuera tienen importantes niveles de perturbación, desde moderados hasta muy altos; sin duda no tienen esa capacidad que tiene la selva en su condición natural, para autorregenerarse; mientras al interior del área protegida yo creo que la huella de Patricia, en su mayor impacto ya se asimiló, hacia afuera las dinámicas productivas han afectado históricamente al sistema y problemas como incendios y cambios de uso de suelo es de pensar que no se detuvieron”.

La alerta es general porque el cambio climático ya es la lectura forzada de la realidad en la región. “Lo que esperamos es que aumente la frecuencia de esto tipo de incidentes, como huracanes, con mayor fuerza, lo cual no sabemos hasta qué momento el sistema es capaz de tener esa resiliencia, porque si nosotros se lo aplicamos con mucha frecuencia, estoy seguro que la capacidad del sistema no va a ser la misma (…) ten en cuenta también que tristemente las áreas conservadas o protegidas son mínimas; la selvas bajas y los demás ecosistemas de este país, son sistemas sumamente fragmentados, el efecto de borde que padecen por los sistemas externos, va aumentando”.

Así, “mientras estemos rodeados de áreas con perturbación, y con gente interesada en quemar el bosque, la selva, porque es la única manera en que se puede aperturar nuevas áreas ganaderas, porque la restricción legal a hacerlo es muy fuerte, vamos a vivir bajo ese riesgo. La gente va y dice, oye, la selva sí se quema, es el momento de quemar, y mucha gente quema; uno de los problemas que tenemos es que las personas tienen el incentivo de quemar la selva, porque es la forma en que va a ganar terrenos para la ganadería”.

NTR – Digamos que fue un mal detonado por el daño que dejó Patricia.

Álvaro Miranda (AM) - Claro, y no tenemos desgraciadamente un mecanismo que nos permita decir que las áreas forestales que fueron víctimas de un incendio, por más que la ley lo diga,  que no pueden cambiar su uso de suelo, no están cambiando; eso está ocurriendo, y si alguien quema el pastizal o le va y le prende a la selva, y finalmente se quema, mañana tienes pastura, y nosotros los que combatimos los incendios hace dos años, hoy en día vemos afuera de la reserva praderas ganaderas, no son sitios que se dejaron o que se mantuvieron para poder regenerar la selva, más allá de si esto era viable o no, por el impacto que tienen; pero sí hay un incentivo para eso, y tenemos que atajar esa parte.

NTR – La omisión de las autoridades federales y estatales es clarísima.

AM – Sobre todo de un seguimiento, yo esperaría cada vez que abren el registro y la estadística, se pueda ver las áreas afectadas que eran bosques, y de qué modo le dan seguimiento para que no cambien su uso de suelo; es donde tendríamos que intervenir, porque este mecanismo es muy perverso, en el sentido de que quemo, saco la madera, luego abro terreno para la ganadería, y finalmente la selva queda borrada. Dónde queda la prohibición de cambio de uso de suelo; si no podemos controlar ni siquiera la realización de quemas controladas, esto se va de manos. El tema es si la autoridad tiene la capacidad para hacerlo.

Mal tiempo. Rubén recuerda haberse pasado algún domingo en el monte, sin capacidad para enfrentar cinco frentes de fuego simultáneos

Fuego en Manantlán, cinco años aciagos

Dos días de trabajo necesitaron Rubén Ramírez Villeda y su equipo para abrirse paso desde la estación científica Las Joyas hasta el ingreso al predio, apenas cuatro kilómetros. Era 24 de octubre de 2015, la jornada siguiente al violento ingreso de Patricia por la costa de Jalisco. La Sierra de Manantlán, la principal área natural protegida de la demarcación, recibió raudales de lluvia y fuertes golpes de vientos que arrancaron a muchos árboles o los inclinaron.

Machetes, motosierras y mucho sudor, porque el camino estaba bloqueado por decenas de troncos. El paso del megahuracán de algún modo fue indicativo de que comenzaba una era distinta, más azarosa y aciaga, en el tema. Los desastres de 2016 y, sobre todo, 2017, tienen relación directa con este evento. “Creo que había tantos frentes, que rebasaron a todos”, señala el veterano combatiente, que se vio por primera vez en su vida frente a una línea de fuego en 1987, el año en que el presidente Miguel de la Madrid emitió el decreto para la reserva de la biosfera Sierra de Manantlán, una de las 25 demarcaciones principal del país por diversidad biológica.

“Estuvo pesado, había también condiciones climáticas difíciles; 2017 ha sido de los peores, aunque no ha sido el único. En los tiempos previos, 1998, 1988, 2005, tuvimos un número mayor de eventos; yo estuve al frente del combate de incendios en la reserva por ocho años y me tocaron más de 50 incendios, pero comparado en superficie fue menos. 2017 fue muy fuerte”. El registro final de ese año rebasa 15 mil hectáreas.

En los años de su coordinación en el tema, Rubén pasó momentos difíciles. Recuerda haberse pasado algún domingo en el monte, sin capacidad para enfrentar cinco frentes de fuego simultáneos. Por eso se decidió que convenía levantar un sistema de coordinación eficaz con las comunidades. Primero con financiamiento de la reserva, luego con los servicios ambientales de la Comisión Nacional Forestal, que ha permitido brigadas permanentes en 16 comunidades. Los fuegos de 2017 fueron tan potentes, que hubo necesidad de dedicarse al rescate, una tarea que no le había tocado asumir al veterano apagafuegos.

Por primera vez que me dediqué a labores de rescate porque quedó una brigada encerrada en los frentes de incendios, en la parte alta; como responsable de las acciones te toca pensar si metes a alguien y queda atrapado, nunca tienes 100 por ciento de certezas y hay que tomar decisiones, y te la llevas. Afortunadamente no pasó a mayores, el tema fue ir a sacar a la gente, los combatientes salieron por helicóptero, los vehículos quedaron del otro lado, y cuando se liquidó el incendio, me tocó rescatarlos”.

El desastre dejó enseñanzas: “Había en el pasado toda una estrategia allí, el sistema de bloques; si un incendios venía de una dirección, un frente de ataque, si te rebasa hay otro frente; muchos años quedó en pausa, en 2017 por eso se volvió difícil, y ahora se retomó el sistema de bloques y se trabaja para mantener limpias las partes altas. No se quiere que vuelva a pasar”.

Rubén Ramírez aporta ahora experiencia en la toma de decisiones, entrena voluntarios y da clases en el Centro Universitario de la Costa Sur. Siente orgullo de haber dedicado más de media vida a proteger esos bosques megadiversos donde nace el agua (Manantlán: amanalli, lloradero) y se juega el equilibrio natural de toda una región.

Así fue Patricia

  1. El huracán Patricia penetró en el continente en las sierras de la Costa Sur de Jalisco, a las 18.15 horas del 23 de octubre de 2015
  2. La zona del impacto quedó fuertemente afectada: en las 10 poblaciones más cercanas al ojo del huracán habitan unas cinco mil personas
  3. Los huracanes de otoño suelen ingresar a continente por su interacción con los frentes de baja presión que provienen del norte
  4. La alta velocidad de traslación, el tamaño del ojo del huracán –apenas la mitad de Wilma, que arrasó Cancún en 2005- y la formidable barrera de montañas explican su pronta degradación
  5. 60% de la selva fue literalmente aplastada por los vientos de hasta 300 km por hora

Fuente: Conagua, Servicio Meteorológico Nacional, gobierno de Jalisco

da/i