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Orquestas que reparan

En 1975,  Juan Antonio Abreu, músico y economista,  fundó el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela. Su método proponía que la música era la principal vía para el mejoramiento social e intelectual. Con un gran trabajo en comunidades vulnerables, buscó generar otras oportunidades en su contexto a partir del arte. Un tipo excepcional que consiguió convencer a políticos, padres de familia y alumnos para participar de un sistema que se convertiría en referente internacional, sobre todo para Latinoamérica, donde las ofertas de educación artística son escasas y muchas veces también deficientes.

Abreu consiguió dotar de instrumentos de manera gratuita a niños y jóvenes de distintas provincias de Venezuela, en el contexto de un proyecto mayor llamado “hacia una cultura de paz”. Numerosas condecoraciones y premios en el mundo le reconocieron a Abreu en vida, como un gran promotor de la música, pero principalmente recibió reconocimientos por varios organismos internacionales que aplaudieron su labor en favor de acciones que buscaban revertir contextos de desigualdad con impacto directo en los derechos humanos. Desde el Premio Príncipe de Asturias en España, hasta el Premio de Música Polar, que otorga la Real Academia de Música Sueca, pasando por varios honoris causa de distintas universidades, reflejan la trascendencia “de un maestro que ha transformado miles de vidas a través de la música clásica”.

En varios países de Latinoamérica se buscó replicar el modelo. México no fue la excepción. Actualmente existen cientos de orquestas y coros que trabajan en distintas latitudes de este país con niños y jóvenes. Existen programas nacionales, estatales y municipales que buscan imitar el trabajo de Abreu. Pero lo mismo no es igual. La imitación no provoca los mismos resultados, y la preparación de los encargados de esos programas a lo largo y ancho de México tampoco es igual. La moda no es la misma para todos. 

La virtud de Abreu no sólo estribó en la buena intención, sino en la sistematización de un método que abarcaba una experiencia comunitaria partiendo de una alta exigencia en la formación. No olvidemos que Gustavo Dudamel, hoy director titular de la Filarmónica de Los Ángeles, es producto de este sistema y que su calidad como músico formado en este contexto le proporcionó las bases para lo que es hoy.

Ojalá que la cuarta transformación en materia de cultura pueda fortalecer aquellas orquestas, coros y bandas que ya funcionan. Hay mucho de lo hecho en administraciones pasadas que vale la pena rescatar y apoyar. Independiente de partidos y banderas.

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JJ/I